La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta que en el Perú la pobreza llegará a 25.8% y la pobreza extrema se duplicará, pasando de 3.7% a 7.6%. Economistas consultadas para este informe advierten las graves consecuencias de la recesión y plantean propuestas para asistir a las familias más vulnerables.
A un año de su Bicentenario, el Perú se encuentra de cara a su mayor preocupación y desafío: el incremento de la pobreza y la desigualdad a consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus. Detrás de las proyecciones o cifras de diversos organismos, están las historias de millones de peruanos vulnerables, como Melissa Cisneros en Ticlio Chico, Roxana Sotelo en Collique o Lucio y Felicitas en Oasis de Villa. Todos ellos vieron desvanecer sus medios de vida en un abrir y cerrar de ojos.
Según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el Perú se proyecta un incremento en 9.3% de la pobreza, llegando a un 25.8% a fines de este año. En tanto la pobreza extrema, se duplicará pasando de 3.7% a 7.6%. La desigualdad también se acentuará al incrementarse en un 6%.
¿Qué podemos imaginarnos cuando hablamos de hogares en pobreza o pobreza extrema? En la situación donde un hogar no está en la capacidad de satisfacer sus necesidades básicas de alimentación. La exministra de Desarrollo e Inclusión Social Carolina Trivelli advierte que muchos hogares en el país pasarán [o están pasando] hambre y lo que está en juego es evitar que el efecto de esta crisis se vuelva permanente para estas familias.
“Ya hay certeza en que va a subir de manera sustantiva la pobreza extrema, es decir, el hambre. Eso debería ser una de las cosas a las que prestemos muchísima atención para realmente tomar medidas, sobre todo pensando en esos niños de hogares que van a entrar en situación de pobreza extrema ,y cómo los ayudamos para que este efecto de este año, de esta crisis, no se vuelva en un efecto de largo plazo para ellos. Niños que entran en una situación de anemia, de desnutrición crónica infantil van a sufrir los estragos de esta situación de crisis durante toda su vida. Tenemos como sociedad que evitar que eso suceda”, dijo para este informe.
¿Y cómo se reflejará el aumento de desigualdad? Trivelli apunta que empeorará las situaciones de desigualdad para distintos grupos en distintos aspectos. Por ejemplo, las mujeres que son jefas de hogar, que según el INEI asciende a 645 mil 32 hogares.
“Estos hogares están enfrentando una situación muy difícil. Su principal área de trabajo es el sector informal, servicios y comercio, con muy pocas o nulas posibilidades de hacer trabajo remoto y además al ser jefas de un hogar monoparental no tienen con quién compartir las actividades de cuidado”, detalló la exministra.
Antes de la pandemia, estas mujeres podían trabajar, luego de enviar a los niños a la escuela o podían apoyarse en sus padres o madres. “Hoy no es posible, porque la población adulta mayor está en mayor riesgo. Ellas están forzadas a quedarse en casa y, además, sin posibilidades de trabajar. Estos hogares la van a pasar muy mal, van a tener una crisis más grande que el resto de los peruanos. Entonces, la desigualdad entre ese grupo y el resto de los hogares va a crecer”, apuntó.
En el aspecto educativo, la desigualdad entre los niños rurales y urbanos se acentuará. Pensemos, por ejemplo, en Raymunda Charca que sube diariamente a la cima de un cerro con sus cuatro hijos para poder captar señal en sus teléfonos y recibir clases en la comunidad Conaviri, en Mañazo (Puno).
“Los niños rurales que no tienen conectividad a Internet o computadoras van a tener una educación de peor calidad que la que están recibiendo los niños urbanos. Entonces, la brecha entre niños rurales y niños urbanos en cuanto a aprendizajes se va ampliar”, indica Trivelli.
Hogares vulnerables y la pandemia
Para la economista de la Universidad del Pacífico Paola del Carpio, de cara al Bicentenario el Perú tenía el orgullo de cuánto había reducido la pobreza e incluso las cifras de nivel macroeconómico. “Éramos un ejemplo en reducción de desnutrición crónica infantil, lo cual claramente se refleja en los hogares, pero eso ha sido precario, porque no hemos sido capaces de que los hogares se mantengan alejados de la vulnerabilidad. Esto implica que, ante un shock, regresan a pobreza. Y el peligro de que se viene hablando no solo es que regresen a la pobreza, sino que se entre a una trampa, en la cual entras en un círculo vicioso de pobreza del cual no puedes salir”, señala la especialista.
La economista Ana Gómez Narváez, consultora y Máster en Economía Pública por la Universidad de Málaga, coincide en que, si bien el Perú redujo la pobreza, los hogares no dejaron de ser vulnerables. “La vulnerabilidad se muestra, como acabamos de comprobar, cuando eres un trabajador informal y en el momento en que tu empleador cesa su actividad, como no hay ningún compromiso, tú dejas de tener ingresos y ¿a dónde acudes? No puedes acudir al Estado porque tú no apareces ni como contribuyente ni como beneficiario de derechos [programas sociales] porque te mantienes en la economía sumergida”, explica.
Entonces, ¿cómo el Estado ayuda a ese sector? Del Carpio sostiene que el primer gran reto es poder identificarlos. En las bases de datos del INEI, aparecerán como no pobres, pero ellos son los que vuelven caer en pobreza muy fácilmente. “Ese es claramente el gran reto: identificar y ayudar a ese grupo de gente que no ha sido alcanzado por los programas sociales”, señala.
¿Una renta básica temporal? ¿Universal o focalizada?
Consultadas por la viabilidad de una propuesta como la del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) referida a entregar una renta básica temporal para hogares en pobreza y pobreza extrema, Trivelli y Gómez coincidieron en señalar que el Perú debería apostar por la focalización. Ello debido a dos factores: a) por lo complejo de su implementación y b) baja recaudación fiscal.
“Lo que necesitamos es volver a identificar qué grupos van a requerir un apoyo monetario, de manera temporal, por unos meses, y encontrar cuáles son las formas de llegar a esos grupos. […] Después de lo difícil que ha sido el pago de los bonos, que tan acertadamente se anunciaron, creo que hay que asegurar que las propuestas vienen con doble clip. Sin duda, estoy de acuerdo que haya bonos y transferencias a los grupos de extrema necesidad, lo que digo es que no basta con decirlo hay que asegurar que sea posible”, señaló Trivelli.
“La recuperación económica en el Perú no va a ser en V ni rápida, porque las empresas están en un momento de incertidumbre y los mercados internacionales también. Personalmente no auguro una recuperación tan rápida ni vertiginosa. Por lo tanto, vamos a seguir planteando este tipo de medidas como los bonos, pero no como renta básica universal, porque no creo que podamos universalizarla, sino que debe seguir siendo focalizada”, indicó Gómez.
Diseño de un programa temporal y focalizado
Trivelli apunta a la posibilidad de diseñar un programa social temporal y focalizado para atender a las personas en situación de pobreza extrema que viven en distritos que no son considerados pobres. Por ejemplo, en Lima ningún distrito accede al programa Juntos.
“Y en Lima hay personas que viven en situación de pobreza extrema y hoy más que hace un año. Probablemente se puede pensar en algo temporal, porque esas personas que están en situación de pobreza extrema hoy día en grandes ciudades, en unos meses pueden ver recuperados sus medios de vida, van a estar reenganchados con un trabajo, quizás informal, y van a poder superar la situación de pobreza extrema. Pero hoy día necesitan”, indicó.
Otro colectivo que podría ser focalizado para recibir transferencias monetarias o bonos lo pueden constituir los hogares con jefatura de hogar femenino con niños menores de cinco años en los distritos pobres de Lima. Aunque si bien resulta una medida necesaria, existe también el riesgo de alejar a las mujeres del mercado laboral. Así lo planteó Gómez:
“Si lo vemos con enfoque de género, más adelante el Gobierno debe plantear cómo las mujeres después se reinsertan, porque ellas han sido las que se han encargado de la educación de los hijos, por lo tanto, más adelante deben plantear programas para que se vuelvan a incorporar al mercado laboral”, expresó.
Otro sector vulnerable a la crisis son los jóvenes de entre 14 y 24 años. Las cifras del INEI han revelado que 560 mil jóvenes de Lima Metropolitana se quedaron sin trabajo durante los meses de la cuarentena. Para Ana Gómez, el desempleo en los jóvenes, sumado a los que han tenido que abandonar sus estudios podría llevar al Perú a tener una generación perdida.
“Estamos aumentando nuestra bolsa de ‘ninis’, de jóvenes que ni pueden trabajar y ni pueden estudiar. Eso es un colectivo que puede llegar el próximo año a más de 2 millones de jóvenes. Ningún país se puede permitir tener a más de 2 millones de jóvenes entre 14 y 24 años sin trabajar y sin estudiar. Esa no es una generación confinada, esa es una generación perdida”, advierte.
La medida rápida: empleo temporal
Para paliar la crisis expuesta, el Gobierno ha anunciado que se impulsará el empleo temporal, medida que es considerada acertada por las especialistas. El programa de empleo temporal que mejor funciona es el de Trabaja Perú, del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE). Según la meta del ministerio, al finalizar el 2020 se deben haber generado 226 mil empleos temporales en todo el país.
Trivelli apunta a que los municipios deben ser muy activos, ya que ellos son los que deben generar una pequeña obra o servicio en su localidad, como mejorar las veredas u organizar la cola de un mercado. Luego de tener proyectada la obra o actividad, reciben la transferencia de Trabaja Perú para contratar a trabajadores.
Paola del Carpio advirtió que el éxito de esta intervención radica en la rapidez de articulación entre municipio y Trabaja Perú: “Vas a hacer contratos que van a ir inyectando dinero a las familias, porque son empleos temporales. Pero el punto es que toda la burocracia funcione para que ese dinero se desembolse a tiempo y no llegues cuando las familias ya están medio quebradas o que no llegue el dinero cuando la empresa ya no puede pagar a sus trabajadores. El tema es que cada día perdido cuesta bastante”.
De cara al Bicentenario, las economistas reconocen que, si bien el Perú logró reducir pobreza en los últimos años, la pandemia del coronavirus evidenció la precariedad detrás de ese éxito.
“La historia de reducción de la pobreza es una buena historia, es una historia real. La pobreza en el Perú se ha reducido como en pocos países del mundo en últimos 15 años, y eso está muy bien. Pero también la pandemia nos ha demostrado que no fue lo suficientemente sólida, porque estaba atada a estos problemas estructurales: alta informalidad, alta desigualdad y altos niveles de hacinamiento en los que vive la población”, concluye Trivelli.
Gobierno
El reto de cara al Bicentenario es disminuir el impacto de la pandemia en la población más vulnerable.
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