Los problemas en el suministro, un tratado con ocho décadas de antigüedad, sequías que se avecinan y un verano que será largo, solo acrecentan un problema que enfrentará a los dos gigantes de Norteamérica.
En medio de crecientes tensiones fronterizas, Estados Unidos y México se enfrentan a un nuevo conflicto, pero esta vez no se trata de la inmigración sino del agua. Un tratado bilateral de 1944 obliga a ambos países a compartir las aguas del río Colorado y del río Grande. Sin embargo, la grave sequía y las altas temperaturas han llevado a México a retrasarse significativamente en el suministro de agua, generando una crisis en el cumplimiento de sus obligaciones.
De acuerdo con la información de CNN, los políticos mexicanos argumentan que es imposible entregar agua que no se tiene, una postura que resulta difícil de aceptar para los agricultores del sur de Texas, quienes también sufren las consecuencias de la falta de lluvias. La escasez de agua procedente de México está poniendo en peligro la agricultura texana, y algunos líderes han solicitado al gobierno de Biden que retenga la ayuda a México hasta que se resuelva el problema.
"Solo hemos recibido un año de agua y ya estamos en el cuarto año", dijo a CNN María Elena Giner, comisionada estadounidense de la Comisión Internacional de Límites y Aguas, el organismo binacional que supervisa el tratado. El ciclo actual termina en octubre de 2025.
Verano 2024 que impactará
Con otro verano caluroso a la vista, la esperanza se centra en una posible tormenta que reponga los ríos mexicanos afectados por la sequía. No obstante, los expertos advierten que confiar en la lluvia es una estrategia arriesgada y de corto plazo ante un problema de largo alcance.
Un río en declive
El tratado de 1944 establece que México debe enviar a EE.UU. 1.75 millones de acres-pies de agua cada cinco años desde el río Grande, y EE.UU. debe enviar a México 1.5 millones de acres-pies de agua anualmente desde el río Colorado.
El río Grande, conocido en México como el río Bravo, recorre aproximadamente 3 040 kilómetros desde Colorado hasta el Golfo de México. Años de extracción excesiva y el cambio climático han reducido su caudal. Los déficits de un ciclo quinquenal pueden prorrogarse, pero deben compensarse en el siguiente, aunque el tratado carece de mecanismos de ejecución.
Crisis agrícola en Texas
Los agricultores del Valle del Río Grande en Texas están sufriendo por la falta de agua, lo que amenaza cultivos como el algodón, el maíz y la soja. La escasez de agua procedente de México, combinada con la sequía local, ha llevado a niveles históricamente bajos en los embalses de Falcón y Amistad, fundamentales para la agricultura y el abastecimiento de agua en la región.
"La industria azucarera en Texas está perdida y no regresará", declaró Brian Jones, agricultor y miembro de la junta directiva del Texas Farm Bureau, según recogió CNN. La única azucarera del estado cerró en febrero, después de más de 50 años de funcionamiento, y los propietarios culpan a México por no cumplir con el tratado de aguas.
El dolor al sur de la frontera
La situación no es menos grave en México, que enfrenta la peor sequía desde 2011, afectando casi el 90% del país. La falta de agua está generando temor de que ciudades como Ciudad de México enfrenten un "día cero", donde el agua se agote. En el norte de México, estados como Chihuahua han estado en sequía desde febrero, con casi el 40% en "sequía excepcional".
Las tensiones aumentaron en 2020 cuando el gobierno mexicano liberó agua de una presa en Chihuahua, lo que llevó a un enfrentamiento mortal entre agricultores y la Guardia Nacional.
Un conflicto sin vencedores
Modificar los acuerdos de reparto de agua de hace 80 años es complejo, dado que han creado una dependencia significativa. Aunque una renegociación completa del tratado es poco probable, las enmiendas pueden acordarse mediante "actas" que abordan desde el intercambio de datos hasta cambios en el suministro de agua.
Con la climatóloga Claudia Sheinbaum a punto de asumir la presidencia en México y las posibles elecciones presidenciales en EE.UU. en 2025, las relaciones podrían complicarse aún más. Es necesario adaptar los acuerdos de agua a un clima cambiante, reconociendo que ambas naciones enfrentan desafíos similares debido al cambio climático. En lugar de un juego de suma cero, se debe entender que ambos países están esencialmente perdiendo.
En última instancia, la cooperación y la adaptación son esenciales para gestionar los recursos hídricos en un mundo cada vez más seco y caluroso.
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