En las últimas semanas se mencionó la relación entre la COVID-19 y las enfermedades metabólicas e hígado graso. Las personas con obesidad, sobrepeso y enfermedades asociadas son las más vulnerables.
En las últimas semanas se mencionó la relación entre la COVID-19 y las enfermedades metabólicas e hígado graso. Las personas con obesidad, sobrepeso y enfermedades asociadas son las más vulnerables. Los hábitos alimenticios inadecuados debilitan nuestro organismo y debemos ocuparnos para mejorarlos cuanto antes.
El alto consumo de alimentos con mayor contenido de carbohidratos o “harinas” generará la acumulación de grasas en el hígado, o esteatosis hepática, lo que imposibilitará su adecuado funcionamiento. Este problema de salud, que también puede mostrarse en personas con peso normal, se presenta con elevados valores de colesterol total y triglicéridos en sangre, que los convierte en candidatos a enfermedades cardiovasculares.
El hígado graso está relacionado al consumo de grasas no saludables y no recomendables, como: hamburguesas, frituras, snacks, productos de panadería, golosinas y gaseosas. Debemos evitar comer estos alimentos e ingerir productos que protejan nuestro hígado.
A continuación, se detalla las recomendaciones nutricionales a considerar:
1. Aumentar la fibra en nuestra dieta
Este nutriente permite que la absorción de los azúcares sea más lenta. Ayuda a que la energía sea más duradera y provoca una gran sensación de saciedad que contribuye a controlar el apetito. Preferir cereales integrales: pan, avena, arroz e incluso pasta y quinua. Un segundo grupo de alimentos con un mayor contenido de fibra son las legumbres como las lentejas, las verduras y frutas. El consumo debe cubrir las 5 porciones al día y estar presente en cada comida: desayuno, merienda, almuerzo, merienda y cena.
2. Disminuir el consumo de grasa
Reducir a solo una vez por semana la ingesta de embutidos, carnes rojas y carnes blancas sin piel. De preferencia comer lácteos descremados que permiten continuar disfrutando de sus beneficios nutricionales como proteínas y calcio. Escojamos leche sin grasa, queso fresco pasteurizados y yogurts con bajo contenido de grasa y azúcar. El modo de cocción debe ser en guisos, al vapor o al horno.
3. Aumentar el consumo de ácidos grasos
El omega-6, omega-9 y omega-3 son beneficiosos para nuestro organismo y podemos encontrarlos en pescados azules como la anchoveta, bonito, salmón, atún, aceite de oliva y frutos secos, como la nueces, almendras y pecanas. Deben consumirse máximo una vez al día y la porción recomendada es de 30 gramos o lo que quepa en el puño de la mano.
4. Disminuir el consumo de azúcares
Estos se utilizan para endulzar o en aditivos edulcorantes como el jarabe de maíz o fructosa, que se añaden a alimentos procesados como golosinas, productos de pastelería y gaseosas. Recordemos que toda adquisición de hábitos alimentarios saludables debe acompañarse de la adición de actividad física diaria que potencia nuestro organismo para gozar de buena salud.
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