Todas las dietas son personalizadas y se recomienda acudir a un nutricionista para que elabore la adecuada a tus metas y a tu estilo de vida.
Probablemente lo primero que te viene a la cabeza es comer poquito, y morir por inanición, ya que muchos asociamos este término a la privación de algunos alimentos con la intención de bajar de peso.
El vocablo “dieta” proviene del griego “dayta”, que significa “régimen de vida”; puede decirse también como sinónimo de “régimen alimenticio”, refiriéndose básicamente a la corrección en la ingesta de los alimentos que se le suministra a un organismo durante un lapso de 24 horas.
Una vez aclarado el concepto en cuestión, es importante hablar sobre en qué consiste hacer una dieta correcta.
En este sentido, el término “correcta” es consensuado, o sea, no es subjetivo. Una dieta de este tipo debe cumplir con las siguientes características:
Completa: debe incluir todos los nutrimentos, es decir, en cada comida debe haber una combinación de los tres grupos de alimentos, recordemos que estos son: carbohidratos, grasas y proteínas.
Equilibrada: los nutrimentos que brinda cada alimento deben distribuirse de forma proporcionada.
Suficiente: consumo de la cantidad necesaria para satisfacer las necesidades energéticas del organismo, haciendo posible el crecimiento y mantenimiento adecuado.
Inocua: que sea inofensiva, es decir, que el consumo diario no suponga riesgos para la salud.
Adecuada: que esté en armonía con la edad del individuo, su actividad física, su cultura, sus gustos, entre otros. Para eso es importante la evaluación física.
Variada: que contenga distintos alimentos de cada grupo en cada comida.
Beneficios de seguir una dieta
Cada dieta debe ser personalizada, no puedo darte mi dieta por ejemplo, ya que no tenemos la misma edad ni el mismo desgaste ni condición física.
Los beneficios de una dieta saludable se verán reflejados tanto en el interior como en el exterior, por ejemplo, mejor estado de ánimo, más energía física, mayor capacidad mental, alivio de muchos males como dolor de cabeza, gastritis, estreñimiento; por otro lado el cabello y la piel se verán beneficiados, el olor de boca, humor corporal, y dicho está de más bajaremos esos “rollitos” indeseados.
Cómo empezar a cambiar nuestra dieta
No me considero autoridad en nutrición, para eso la mejor recomendación es acudir con un experto, pero por conocimientos generales, puedes hacer ciertos cambios básicos, por ejemplo.
Olvídate de las golosinas: Si tienes antojo de un dulce alívialo con alguna fruta, aunque de vez en cuando podrías darte el gusto, pero esporádicamente. Existen en el mercado productos bajos en grasa o azúcar para calmar el hambre entre comidas.
Reduce los carbohidratos: Ejemplo el pan, pastas, arroz y ciertos cereales, sobre todo los azucarados. En su lugar consume productos integrales y aumenta las porciones de fruta y verdura en tus comidas.
Aumenta la cantidad en comidas al día pero disminuye las porciones de cada una, así mantendrás a tu organismo trabajando constantemente lo cual acelera el metabolismo.
Recuerda que la buena alimentación no es cosa de gordos, no se trata de tener una meta, es un estilo de vida.
Así que ¡A comer sano se ha dicho!
¡Nos vemos en el gimnasio!
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