Investigadores del Reino Unido sugieren que el ejercicio puede resultar beneficioso para regular el crecimiento de las células cancerígenas.
Un nuevo estudio clínico anunciado este miércoles en el Reino Unido comprobará si el ejercicio físico puede ayudar a los hombres a combatir el cáncer de próstata y mejorar su esperanza de vida.
El ensayo, llevado a cabo por investigadores de la universidad inglesa de Sheffield, parte de la idea de que el deporte mejora la salud general y la calidad de vida, por lo que podría ayudar a frenar el crecimiento de células cancerígenas.
El equipo investigador, apoyado por la fundación contra el cáncer Cancer Research UK, hará un seguimiento durante doce meses a 50 hombres diagnosticados con cáncer de próstata localizado.
Durante este periodo, algunos de ellos realizarán sesiones aeróbicas semanales supervisadas, mientras que el resto de los voluntarios recibirá únicamente información sobre los beneficios del deporte.
¿Qué evaluarán?
Los investigadores examinarán a estos hombres a lo largo de este periodo y comprobarán sus niveles sanguíneos del antígeno prostático específico, una proteína producida por las células prostáticas cuya presencia ayuda a comprobar si el tumor está creciendo.
Si los resultados son alentadores, con una reducción de los niveles de la proteína, el equipo espera llevar a cabo un ensayo a mayor escala dentro de un año y determinar si el ejercicio puede ser un tratamiento que se ofrezca en el Servicio Nacional de Salud (NHS).
El director del estudio, Liam Bourke, apuntó que los datos sugieren que el ejercicio puede resultar beneficioso para regular el crecimiento de las células cancerígenas, reparar el ADN y evitar la extensión del cáncer.
"Se basa en lo que ya sabemos y es el primer paso hacia el descubrimiento de si la actividad física podría ser un tratamiento efectivo y práctico del NHS para el cáncer de próstata localizado", explicó.
El cáncer de próstata es una de las formas más comunes de cáncer entre hombres, con 43.400 pacientes diagnosticados cada año y en torno a 10.800 casos de muerte en el Reino Unido.
Los tratamientos actuales contra esta enfermedad incluyen la intervención quirúrgica y la radioterapia, pero ambas acarrean riesgos y efectos secundarios.
EFE
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