Antes de la pandemia del COVID-19 el mundo se enfrentaba a una crisis académica y de aprendizaje. Se envidenció una baja calidad educativa acompañada de un estado de salud mental vulnerable un cambio repentino en el ritmo de vida sumado a diferentes aspectos familiares y estado de ánimo.
Antes de la pandemia del COVID-19 el mundo se enfrentaba a una crisis académica y de aprendizaje. Se envidenció una baja calidad educativa acompañada de un estado de salud mental vulnerable un cambio repentino en el ritmo de vida sumado a diferentes aspectos familiares y estado de ánimo.
La pandemia de COVID-19 amenaza con deteriorar aún más la calidad educativa, que generó un cambio radical al pasar de aulas presenciales a las virtuales, donde el estilo de aprendizaje y enseñanza fue modificado tanto para docentes y estudiantes. Permanecer muchas horas en el computador genera estrés y ansiedad, el poco contacto social afecta en las emociones, hábitos diarios, entre otros.
La psicología en tiempos de pandemia cumple un rol muy importante. Según datos del primer estudio que analiza el impacto psicológico de la cuarentena por COVID-19 (Wang, Pan et al., 2020), los dos factores que más afectan al bienestar físico y mental son la pérdida de hábitos, y el estrés psicosocial. La interrupción de rutinas durante el confinamiento y la instauración de otras poco saludables (p.ej. malas prácticas alimenticias, patrones de sueño irregulares, sedentarismo y mayor uso de las pantallas) pueden derivar en problemas físicos.
Según información del estudio de Sprang y Silman (2013), la población que vivió una cuarentena por enfermedades pandémicas es más propensa a presentar trastorno de estrés agudo y de adaptación y dolor (el 30% con criterios de trastorno de estrés postraumático).
¿Se considera de gran significancia la implementación de departamentos psicológicos en centros educativos para mitigar el impacto del COVID-19?
La respuesta es un SI contundente. Antes de la pandemia era necesario el trabajo psicológico en los estudiantes, en la actualidad, se debe priorizar el acompañamiento e implementación del departamento psicológico con espacio de sesiones, manejo de tiempo, calidad de profesionales, variedad de pruebas, entre otros.
Observamos que en algunas zonas del país, la población se necesita mucho más apoyo psicológico y soporte emocional por las diferencias emocionales y psicopatológicas. No solo debe dirigirse a estudiantes, sino también a padres y familiares cercanos del conviviente, para brindarles auxilio terapéutico post tratamiento, desarrollo de conductas, ayuda para el cambio de hábitos, y educación para la Salud, intervención en crisis de alto riesgo, creación de servicios online, asistencia social, entre otros.
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