De acuerdo al grado del mal, puede ser curado con terapia física, tratamiento médico, intervención quirúrgica o una combinación de estos.
El prolapso uterino es el descenso del útero a través del conducto vaginal. Esta condición se debe principalmente a la debilidad del suelo pélvico, músculos que sostienen a los órganos pélvicos y evitan que salgan a través de la vagina.
Existen factores de riesgo que podrían incrementar las probabilidades de desarrollar un prolapso uterino como el embarazo, labor de parto, deportes de alto
Qué debo hacer si tengo prolapso uterino
El prolapso uterino es el descenso del útero a través del conducto vaginal. Esta condición se debe principalmente a la debilidad del suelo pélvico, músculos que sostienen a los órganos pélvicos y evitan que salgan a través de la vagina.
Existen factores de riesgo que podrían incrementar las probabilidades de desarrollar un prolapso uterino como el embarazo, labor de parto, deportes de alto impacto, carga pesada, mala alineación postural, entre otras. Todos estos factores tienen en común la debilidad y pérdida de la tensión natural de la musculatura del suelo pélvico, lo que conllevaría a un prolapso uterino.
¿Cómo sucede?
Por ejemplo, durante la labor de parto existe una distensión excesiva de la musculatura del suelo pélvico. El uso de fórceps y el rasgado o corte que se produce a nivel del periné también contribuyen a esta condición, más si la madre ha tenido varios partos.
Otras actividades que impliquen el aumento de la presión intra-abdominal, como la tos crónica, estreñimiento, abdominales excesivos pueden empeorar el cuadro.
¿Cuáles son los síntomas?
- Sensación de tener un “bulto” en la vagina que se incrementa al hacer esfuerzo, toser o defecar.
- Puede estar acompañado de incontinencia urinaria y/o fecal.
- Ardor y hemorragias por el roce de la mucosa con la ropa interior.
- Infecciones vaginales a repetición.
- Dolor durante las relaciones sexuales.
- Dolor lumbar.
¿Cuál es el tratamiento?
Existen 4 grados de prolapso.
El prolapso de primer y segundo grado se pueden mejorar con la fisioterapia. El tratamiento incluye la reeducación de la postura, ejercicios para tonificar el suelo pélvico (musculatura cercana a la vagina), gimnasia abdominal hipopresiva, entre otros.
Los grados tres y cuatro, al ser más graves, pueden requerir una intervención quirúrgica acompañada de un tratamiento fisioterapéutico. A pesar de haberse realizado la cirugía, es necesario fortalecer la musculatura del suelo pélvico para evitar otras complicaciones e impulsar medidas de prevención, teniendo en cuenta los factores de riesgo.
El abordaje del prolapso debe ser interdisciplinario por lo que es importante la visita al médico urólogo y al fisioterapeuta para una adecuada evaluación y tratamiento.
impacto, carga pesada, mala alineación postural, entre otras. Todos estos factores tienen en común la debilidad y pérdida de la tensión natural de la musculatura del suelo pélvico, lo que conllevaría a un prolapso uterino.
¿Cómo sucede?
Por ejemplo, durante la labor de parto existe una distensión excesiva de la musculatura del suelo pélvico. El uso de fórceps y el rasgado o corte que se produce a nivel del periné también contribuyen a esta condición, más si la madre ha tenido varios partos.
Otras actividades que impliquen el aumento de la presión intra-abdominal, como la tos crónica, estreñimiento, abdominales excesivos pueden empeorar el cuadro.
¿Cuáles son los síntomas?
- Sensación de tener un “bulto” en la vagina que se incrementa al hacer esfuerzo, toser o defecar.
- Puede estar acompañado de incontinencia urinaria y/o fecal.
- Ardor y hemorragias por el roce de la mucosa con la ropa interior.
- Infecciones vaginales a repetición.
- Dolor durante las relaciones sexuales.
- Dolor lumbar.
¿Cuál es el tratamiento?
Existen 4 grados de prolapso.
El prolapso de primer y segundo grado se pueden mejorar con la fisioterapia. El tratamiento incluye la reeducación de la postura, ejercicios para tonificar el suelo pélvico (musculatura cercana a la vagina), gimnasia abdominal hipopresiva, entre otros.
Los grados tres y cuatro, al ser más graves, pueden requerir una intervención quirúrgica acompañada de un tratamiento fisioterapéutico. A pesar de haberse realizado la cirugía, es necesario fortalecer la musculatura del suelo pélvico para evitar otras complicaciones e impulsar medidas de prevención, teniendo en cuenta los factores de riesgo.
El abordaje del prolapso debe ser interdisciplinario por lo que es importante la visita al médico urólogo y al fisioterapeuta para una adecuada evaluación y tratamiento.
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