Los tipos más frecuentes de cáncer de tiroides son el papilar y el folicular; sin embargo también existe el anaplásico que, aunque no es común, resulta ser el más agresivo.
A propósito de la confesión de la actriz Mayra Couto sobre su lucha contra el cáncer de tiroides, se ha preguntado: ¿Cuánto sabe sobre esta glándula y qué riesgo tiene de padecerla?.
La tiroides es una glándula que está ubicada en la parte baja del cuello, pero que no es fácilmente perceptible al tacto, salvo haya un nódulo o la formación de un bulto.
Algunos de estos nódulos o bultos, podrían albergar una neoplasia o cáncer en un rango de 1 al 10, explicó a RPP Noticias el doctor Guido Molina, miembro de la Sociedad Peruana de Endocrinología.
Los nódulos tiroideos, según el experto, pueden ser de tres tipos:
- Sólidos que contienen tejido de la glándula.
- Quísticos por tener líquido.
- Mixtos por tener composición líquida y sólida.
"La mayoría de los procesos neoplásicos malos, es decir, los cánceres de tiroides, corresponden a los nódulos sólidos o compactos", explicó el galeno.
¿Quiénes tienen mayor riesgo de padecer cáncer de tiroides?
- Mujeres menores de 25 y mayores de 60 años.
- Personas que presentan nódulos y que provienen de alguna zona endémica donde haya escasez de yodo.
- Personas que hayan padecido tiroiditis crónica de Hashimoto (enfermedad inflamatoria crónica).
¿Cómo se diagnostica el cáncer de tiorides?
El diagnóstico del cáncer de tiroides se realiza mediante ecografía del cuello y posteriormente con radiografía.
También se hace una biopsia de tiroides, e incluso gammagrafía de tiroides que permite detectar los tipos de nódulos.
¿Cuántos tipos de cáncer de tiroides existen?
Los tipos de cáncer de tiroides son 3: papilar, folicular, ambos son los más frecuentes y el tipo anaplásico que es el más agresivo.
El tratamiento, en caso se trate de un nódulo maligno, es quirúrgico y posteriormente someterse a una radioterapia.
¿Se puede prevenir el cáncer de tiroides?
No hay forma de prevenir el cáncer de tiroides pero si se puede detectar a tiempo. Para ello los médicos generales o internistas siempre deben realizar un examen clínico o palpar el cuello de todo paciente.
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