El peruano tiene un bajo nivel de autoestima, que genera un complejo de inferioridad y cierto grado de agresividad.
El Perú se encuentra entre los países menos felices de Sudamérica, según informa el primer Reporte Mundial de la Felicidad de las Naciones Unidas, realizado por la Universidad de Columbia. Pero, ¿por qué ocurre esto?
“Es el problema de autoestima que, en las personas y en los países, genera un nivel de infelicidad y complejo de inferioridad; este se expresa de manera omnipotente. Es ahí donde emerge la violencia y la prepotencia, características de un país que no es feliz y lamentablemente de nuestra nación”, expresó Jorge Yamamoto, psicólogo social.
“Un hombre o una mujer que tiene autoestima, es decir, que tiene una buena imagen de sí, puede disfrutar más de la vida”, expresó por su parte el sociólogo Gonzalo Portocarrero.
“En los países donde hay mayor igualdad, hay un juicio igualitario de las personas, que se sienten más libres para interactuar. En el Perú, la desconfianza es generalizada, pensamos que si no somos agresivos con el otro, se pueden aprovechar de nosotros ”, agrega el sociólogo.
Si bien la baja autoestima de los peruanos hace que no seamos tan alegres, en el país se está luchando para revertir la situación.
“Hay victorias importantes en este tema, pero aún la autoestima está mermada por los rezagos del colonialismo; además la industria cultural nos dice que nuestro físico no es el mejor y que nuestras maneras no son las más convenientes. Existe una reacción ante este panorama como el incipiente nacionalismo, que aún es reactivo. Hay que incidir mucho en ello para no sentirnos injustamente menos que los demás”, manifestó Portocarrero.
No hay recetas para ser feliz. Las comunidades andinas se sienten más realizadas cuando conforman una familia o realizan actividades colectivas; en las ciudades, la gente se fija más en el estatus.
“En las comunidades rurales, tener un lugar para vivir y una familia está más al alcance de todos, mientras que tener estatus es más complicado. Entonces, se vuelve más dificil alcanzar la felicidad en las grandes ciudades”, aseveró Yamamoto, quien actualmente se encuentra dando los últimos detalles de una investigación sobre la felicidad en el Perú.
Es importante que el Estado desarrolle políticas que vinculen el desarrollo con la felicidad y el bienestar.
“En el Perú, no se está desarrollando una política estratégica en este aspecto. Si no se logra eso, va aumentar la violencia y reducirse el binenestar. No solo el país será el menos feliz sino aumentará el peligro y habrá un gran problema, que ya se esta viviendo con el aumento de las pandillas y los conflictos sociales”, manifestó el psicólogo social.
En los últimos tiempos, las definiciones de felicidad han cambiado y no están tan vinculadas al desarrollo económico, sino al disfrute, a las relaciones sociales o las libertades políticas.
“Se está desarrollando una cultura postmaterialista, que tiene que ver con que la gente ya ha salido del susto de la pobreza y tiene lo básico y necesario materialmente. Se dan cuenta que con el televisor de 50 pulgadas o la refrigeradora de tres cuerpos no se alcanza la felicidad”, afirmó Portocarrero.
Ya lo sabe. Ser feliz no cuesta nada. En sus manos, está la decisión de que los peruanos irradiemos alegría al mundo.
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