El expresidente de Estados Unidos, George H. W. Bush, falleció menos de ocho meses después de la partida de su esposa Bárbara, con quien vivió siete décadas. El aumento de mortalidad en la pareja viva se incrementa hasta en 48%.
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Un pensamiento recurrente en el saber popular es cuando en el barrio fallece uno de los miembros de un matrimonio de muchos años de duración. Los vecinos empiezan a decir: “si ya se quedó solo (o sola) pronto también se va a morir”. Esta frase que suena a mito ya ha sido comprobada por la ciencia.
Un caso famoso es el del fallecido expresidente de EE. UU. George H.W. Bush, quien murió casi ocho meses después de la muerte de su esposa Bárbara Bush. La pareja se conoció cuando tenían 16 años, se casaron a los 20 años y estuvieron juntos durante 73 años.
El Consejero Médico de RPP Noticias, Elmer Huerta, recordó en el programa La Rotativa del Aire que en 1973 una investigación comprobó que la muerte de un miembro del matrimonio puede elevar la mortalidad en la pareja sobreviviente hasta en un 48%. Pero el detalle de este estudio es que atribuye una tercera parte de ese aumento a las desventajas socioeconómicas en la que se queda la pareja viva.
Otros estudios han determinado que el riesgo de mortalidad por la viudez en un hombre es mayor si la muerte de la esposa fue inesperada. En el caso de la mujer no existe variación. El efecto es tan fuerte como cuando la muerte es azarosa o esperada.
CAUSAS SOCIALES Y BIOLÓGICAS
Entre las razones sociales que causan la muerte prematura de un miembro del matrimonio encontramos el estrés, dice Huerta. Este trastorno mental, al que se junta la depresión, son originados por la sensación de soledad por haber perdido al compañero o compañera de toda la vida. Por eso la persona en cuestión descuida su alimentación y no toma sus medicinas.
Si hablamos de las causas biológicas debemos recordar al Síndrome del Corazón Roto, dice Huerta, cardiopatía que se caracteriza por producir en el corazón una sensación parecida a un infarto cardíaco. Eso también disminuye la función vital de la persona.
Los daños producto de este “síndrome de la viudez” no solo se producen por la muerte de la pareja, sino con la de los hijos o incluso la mascota.
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