La ansiedad, el estrés y la depresión son los trastornos más comunes que se diagnostican en menores de edad. Un sistema educativo que resta el tiempo de juego en los niños los volverá adultos inseguros.
Esta semana se conmemoró el Día Universal del Niño, cuyo fin es sensibilizar en la comunidad internacional la promoción de derechos para el bienestar infantil, entre los que encontramos su salud mental. Para eso, si queremos entender por qué los niños y las niñas presentan problemas mentales debemos buscar los orígenes en los padres y en el sistema educativo actual, dice a RPP Noticias la psicóloga educacional Laura Pérez Larco.
La especialista que labora en el Centro de Atención Psicológica y Desarrollo Educativo sostiene que “si algo se tiene que entender es que ningún niño tiene problemas mentales de manera gratuita. Ningún niño que termina en consulta es porque sea su problema, el 99% de los casos, es responsabilidad de los padres”.
La ansiedad es el principal trastorno mental que padecen los niños porque desde que nacen existe una gran presión para crecer muy rápido. Por un lado, están los padres que por falta de tiempo para atenderlos son muy cuadriculados y los corrigen con mucha dureza.
No es sorpresa que los padres aún utilicen la violencia física y verbal para corregir a sus hijos. Un estudio de la Academia Norteamericana de Pediatría recomendó a los padres eliminar todo tipo de violencia verbal y física para disciplinar a los menores de edad, ya que aparte de lastimarlos, no permite que los niños desarrollen la sustancia gris del cerebro.
Otra investigación señaló que los niños que sufren violencia temprana (abuso físico, emocional o sexual) envejecen más rápido producto de la depresión. La violencia que sufre un niño en una edad temprana está vinculada a un envejecimiento biológico acelerado, ya que el aumento de la depresión origina el envejecimiento epigenético, es decir, de los genes.
“Un niño necesita correr, saltar. Los niños sufren rechazo por sus padres, que presentan problemas en sus escuelas y sus padres no prestan atención a esto”, manifiesta Pérez Larco.
El niño es la representación de la salud mental del hogar
El niño es como la alarma contra incendios del hogar. Así como los sensores de humo empiezan a sonar fuertemente, y uno piensa que el cuarto es el que se está quemando, pero no es así, sino que el fuego puede estar en la cocina o el baño, de esa misma forma, el niño está diciendo en mi casa hay problemas, explica la psicóloga educativa.
Según la Organización Mundial de la Salud, la mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años. “Los problemas de ansiedad, de depresión y de índole conductual a nivel infantil tiene un vínculo directo con la labor de los padres. Si queremos hablar de las dificultades mentales que pueden tener los niños, casi siempre vas a tener que ahondar en las dificultades mentales del padre”, dice Pérez.
Los problemas de insomnio o que se orinen mientras duermen son efectos del ambiente familiar. También existen las enfermedades psicosomáticas que son manifestaciones físicas de los trastornos mentales como las afecciones cardíacas, los dolores de espalda, de cabeza o de abdomen. Otras dolencias son los dolores musculares crónicos y determinadas afecciones en la piel.
“La mayoría de los niños que sufre de ansiedad es porque han sido presionados a crecer muy rápido. Están asustados. Desafortunadamente estamos en una sociedad en la cual a todo el mundo les parece muy normal que un niño de siete u ocho niños vaya al colegio más de ocho horas, más tiempo que un empleo. Eso puede originar heridas emocionales en el niño. ¿A qué hora se divierten? ¿Cómo no van a vivir estresados?”, explica la psicóloga educacional.
Toda la carga emocional que sufre el niño la arrastra hasta la adolescencia. En esta época de la vida pueden desarrollar lo que se llama la desesperanza aprendida, que es un término que describe una sensación de falta de fe en el mundo. Solo te obliga a cruzar los brazos y esperar lo peor.
“Los adolescentes ya se sienten casados. No quieren poner el máximo esfuerzo porque se cansaron de todo el esfuerzo que pusieron. En la parte emocional son adultos inseguros, con ciertos comportamientos inestables. Les cuesta tener confianza para sus logros personales”, alerta la experta en psicología educacional.
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