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COVID-19: ¿Cómo funciona nuestro sistema inmunitario frente a la enfermedad o la vacuna?

La inmunidad activa o adaptativa se desarrolla cuando la persona se expone al antígeno que causa la enfermedad o se inmuniza a través de las vacunas.
La inmunidad activa o adaptativa se desarrolla cuando la persona se expone al antígeno que causa la enfermedad o se inmuniza a través de las vacunas. | Fuente: AFP

Nuestro sistema inmunitario está integrado por diversos componentes, entre ellos algunos que le permiten tener memoria, importante para una futura inmunidad. ¿Cómo funciona la inmunidad humana frente al nuevo coronavirus? Esto dicen los especialistas.

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El sistema inmunitario funciona como la defensa de nuestro cuerpo ante infecciones y enfermedades, causadas por bacterias o virus. Ante un ataque de antígenos (denominación de las sustancias extrañas que ingresan en el cuerpo), el sistema inmunitario las reconoce y elimina a través de linfocitos B, que crean anticuerpos, linfocitos T, encargados de destruir a los invasores, glóbulos blancos, entre otros.

En el caso de los linfocitos B, estos son los encargados de desarrollar anticuerpos, proteínas especializadas para localizar determinados antígenos. Estos anticuerpos pueden ser desarrollados por la infección o por vacunas, esta última introduce el antígeno en el organismo y promueve la fabricación de anticuerpos, sin causar la enfermedad.

Si bien los anticuerpos, desarrollados por los linfocitos B, ubican e inmovilizan a los antígenos, la eliminación de estos son función de los linfocitos T, además de trabajar junto a los fagocitos (un tipo de glóbulos blancos).

Además, es importante resaltar que los humanos presentamos tres tipos de inmunidad: innata, activa y pasiva.

La primera, denominada también inmunidad natural, es la que adquirimos al nacer o al superar la enfermedad. En el caso de la COVID-19 esta se da luego de que una persona supere la infección. Hasta el momento, no se conoce si esta inmunidad podría persistir durante toda la vida o si se vería mermada con el tiempo.

La inmunidad activa o adaptativa se desarrolla cuando la persona se expone al antígeno que causa la enfermedad o se inmuniza a través de las vacunas. A la desarrollada después de la vacunación se denomina inmunidad artificial activa. En esta se introduce al antígeno, incapaz de desarrollar la enfermedad, estimulando así el sistema inmunitario del organismo.

Finalmente, la inmunidad pasiva es de corta duración y que se da por medio de una fuente externa, por ejemplo, los anticuerpos que contiene la leche materna y que se le proporciona al bebé ante enfermedades a las que estuvo expuesta su madre.

SARS CoV-2 Y RESPUESTA INMUNE

El doctor Jorge Gómez, epidemiólogo de la Clínica San Pablo Surco, sostiene que la respuesta inmune es individual y variable.

“Existen muchos factores en la respuesta, como la edad del paciente, la presencia de enfermedades crónicas, enfermedades inmunológicas, el cáncer, etc., y, por el tratamiento de algunas enfermedades que pueden reducir la respuesta inmune; por ejemplo, si un paciente está recibiendo un tratamiento para el cáncer como radioterapia o quimioterapia”, menciona.

El especialista agrega que la respuesta inmune es de dos tipos: la respuesta humoral, que se da mediante la producción principalmente de anticuerpos; y la respuesta celular, que se da mediante diferentes células que originan una respuesta inmune.

“En el caso de la respuesta humoral, es específica y usualmente va dirigida contra el microorganismo o contra algunas partes del microorganismo”, resalta.

La epidemióloga Oriana Rivera, especialista de la Escuela de posgrado de la universidad Norbert Wiener, resalta que en el inicio de una infección viral, “el sistema inmunitario juega un papel preponderante porque una respuesta inmune eficaz logra erradicar la infección”.

“Pero, si la respuesta inmune es baja excesiva, aumenta la probabilidad de un desenlace fatal. Según el curso de la enfermedad, se pueden dividir en cuatro estadios que pueden ayudar a orientar o predecir el avance de la enfermedad hacia una severidad o un fallo al sistema inmunitario. Por ejemplo, en el estadio uno de la enfermedad es el periodo de la incubación, puede ser sintomático y podemos tener el virus detectable o no. Dentro de la respuesta inmune, ahí tenemos el reconocimiento, activación e inducción. En el estadio dos, es un periodo sintomático no severo, con virus detectable, tenemos todos los mecanismos y efectos como la inflamación local y la eliminación viral. En el estadio tres, que se da un periodo sintomático severo, se presenta una alta carga viral, allí encontramos evasión viral, fallo de control de respuesta, inflamación severa. En el estadio cuatro, que es la parte de la recuperación o convalecencia, encontramos un aumento de las células inmunes”, comenta.

En el caso de la COVID-19, la especialista afirma que la inmunidad innata es “nuestra primera línea de defensa”. “Tenemos todas las barreras constitutivas de nuestro sistema respiratorio, entre ellas el estornudo, la tos, el epitelio, el mucus, entre otros. En la infección por coronavirus, el surfactante pulmonar se une a la proteína viral S para detener la infección y eso generó una reacción microbicida. De forma general, estas proteínas impiden la propagación de la infección a nivel del alveolo pulmonar”, comenta.

La especialista añade que los virus pueden superar esa barrera y acceder a otras células diana, las cuales van a reconocer ciertos patrones moleculares del virus mediante unos receptores.

“De esa forma, se activa una cascada de señalización de ciertas proteínas como quinosas e interferón y otras que son necesarias en esta etapa inicial”, sostiene. 

Añade que la inmunidad activa celular de linfocitos CD4 y CD8 juegan un papel importante en la eliminación de las células infectadas por el virus y el control de la respuesta inmune.

“El tipo de respuesta inmune desarrollada y los mecanismos de evasión viral nos van a definir el curso de la enfermedad. La clave de la persistencia de la infección puede ser debida y explicada con una respuesta inmune innata inadecuada o deficiente sobre todo en el sistema de interferón. En otros pacientes, una inadecuada respuesta inmune puede deberse a un factor genético de la inmunidad”, menciona.

Por su parte, el doctor Umberto Vasquez, infectólogo de la Clínica Internacional, comenta que los mamíferos y otros vertebrados compartimos similar sistema inmunitario, es decir, un sistema de defensa frente a cuerpos extraños o frente a virus, bacterias u hongos.

“El sistema inmunitario está compuesto por un sistema celular y otro llamado humoral. El primero se refiere, principalmente, a glóbulos blancos en diferentes subtipos: neutrófilos, linfocitos, macrófagos y sus mediadores son moléculas proteicas especiales llamadas citoquinas. El sistema humoral está compuesto por moléculas, también de proteínas, que se denominan anticuerpos que se acoplan a partes de la estructura extraña de los virus o bacterias. Estas partes se las denominan antígenos”, comenta.

El especialista añade que en la primera fase de la infección por el nuevo coronavirus, ”la respuesta inmunológica puede ser capaz de limitar la infección, pero en la segunda fase- que no todos presentan- un incremento exagerado de las citoquinas ante la presencia de virus que atacan el sistema respiratorio, ocasiona daños en los alveolos pulmonares y predisposición a la formación de trombos o microcoágulos que, a veces, puede formar una tromboembolia pulmonar grave”.

El doctor Daniel Luza, especialista en Inmunología de la Clínica Internacional, resalta que nuestro cuerpo tiene un sistema de defensa que se llama la inmunidad innata.

“Cuando nuestro cuerpo entra en contacto con un virus, como
por ejemplo el SARS CoV-2, lo que hace es tratar de neutralizar a este virus con una serie de elementos, unos son células que contienen a este virus y otros son sustancias como los interferones, que son moléculas que neutralizan también al virus en el sitio donde está participando”, menciona.

El especialista en Inmunología menciona que el objetivo del sistema inmunitario, en ese caso, es detener la propagación del virus para que no haya ya un estado de infección.

“Ocurre la infección cuando el virus y todos sus mecanismos de daño al cuerpo sobrepasan los mecanismos de defensa que tiene el organismo. Entonces hay dos elementos importantes de defensa: las células que atacan el virus y las sustancias que los producen (anticuerpos e interferones)”, añade.

INMUNIDAD POR VACUNACIÓN O ENFERMEDAD

El doctor Gómez menciona que en el caso de la respuesta inmune por vacunación, esta dependerá de la vacuna y su elaboración.

“Tanto la infección natural como la vacunación pueden estimular la formación de células de memoria, las cuales van a recordar al microorganismo que causa la infección. Cuando después de varios meses o años se presenta la infección por el mismo microorganismo, entonces esas células de memoria van a hacer que la respuesta inmune sea mucho más rápida y más intensa. Entonces, se producen más anticuerpos, se producen células ya activadas que van a destruir rápidamente al microorganismo que está causando la infección. Eso usualmente da una protección de la infección. Eso pasa con todas las enfermedades prevenibles por vacuna”, afirma.

Agrega que en el caso de infecciones por virus de influenza, del SARS-CoV2 y otros, ·el virus sufre mutaciones con frecuencia, formando variantes que pueden escapar a la respuesta inmune causando las reinfecciones·.

La epidemióloga Rivera afirma que hay algunas enfermedades donde la vacuna protege más que la enfermedad y, otros casos, donde la enfermedad brindan más protección que la vacuna. 

En el caso del nuevo coronavirus, la especialista menciona que, al tratarse de una enfermedad nueva y de que los estudios sobre la vacuna fueron diseñados para determinar su seguridad y eficacia más que para evaluar la longevidad de la inmunidad, “no sabemos con exactitud por cuánto tiempo se extiende el efecto protector de ninguna de las dos: tanto la vacuna como la enfermedad”. 

“Sí sabemos que a diferencia de infección natural, de la que podemos recibir una dosis viral variable (alta, mediana o baja) produce diferentes niveles de inmunidad; cuando se suministra la vacuna se recibe una dosis predeterminada que sabemos que provoca una enfermedad inmune fuerte y apropiada, capaz de prevenir infección en un gran porcentaje de casos”, añade. 

Además, Rivera sostiene que hay muchas similitudes tanto de la infección natural y la vacuna: generan anticuerpos neutralizantes de la inmunidad natural, pero la vacuna no provocaría el daño colateral de una respuesta inmune extremadamente robusta, que en mucha gente puede ser perjudicial y causar daños en los pulmones. 

“Otra de las ventajas de la vacuna es que al suministrar una dosificación, garantiza una respuesta inmunitaria estandarizada en toda la población y es una forma de controlar la respuesta y no dejarla al azar”, finaliza.

El doctor Umberto Vásquez sostiene que al recibir la vacuna con partes proteicas inactivas del virus o una vacuna que contiene un fragmento del código genético se produce una respuesta en la que las células humanas producen una proteína que se convierte o se elige como antígeno y que debe estimular la respuesta inmune tanto la producción de anticuerpos como una respuesta celular mediada por linfocitos activados.

“No basta con medir anticuerpos sino también considerar que hay una respuesta celular por linfocitos. En algunos casos, las infecciones producen una inmunidad más eficiente y en otras es la vacuna la que produce una inmunidad mejor. En el caso de la COVID-19, todo hace concluir que la vacunación con métodos para introducir el código genético de un tipo escogido de proteínas produce una respuesta inmune más potente”, sostiene.

Por su parte, el doctor Luza añade que cuando se tienen enfermedad el cuerpo trata de defenderse lo más que puede para evitar esta infección.

“En esta respuesta puede ganar o puede perder y se va generando también respuestas agresivas y algunas que van preparando al ser humano para una infección posterior. Una de las primeras respuestas es la producción de anticuerpos, las conocidas inmunoglobulinas donde la igM se da en cuando hay una infección aguda y la igG cuando ya pasó la infección”, comenta.

El doctor Luza agrega que las vacunas, que son elementos terapéuticos muy importantes, van a generar una respuesta a nuestro organismo directamente sin provocar una infección.

“Lo más importante es no solamente la producción de anticuerpos sino unas células que se llaman ‘células de memoria’ que cuando volvemos a entrar en contacto con los virus o con, en este caso, los elementos para los cuales se ha hecho la vacuna, nuestro cuerpo reacciona rápidamente y proporciona defensas con anticuerpos y células del sistema inmunológico”, finaliza.

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Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Con especialización en periodismo digital y SEO. En RPP Noticias desde 2016, elaborando contenidos multiplataformas (web, radio, TV). Actualmente Coordinadora de Entretenimiento. Escribo de Salud y Cultura. Parte del podcast "Entendí Esa Referencia" . Conduzco "Vital", el programa digital de salud y bienestar.

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