Cada vez más investigaciones ponen en duda la idea de que los niños con TDAH deben mantenerse quietos para concentrarse. ¿Y si moverse fuera justamente lo que más los ayuda a enfocarse? El doctor Elmer Huerta habló del tema en Espacio Vital.
El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es una condición del neurodesarrollo que afecta la capacidad de una persona -niños principalmente- para concentrarse, controlar impulsos y regular su nivel de actividad.
A diferencia de quienes pueden enfocar su atención, controlar sus impulsos y dirigir su energía hacia una meta específica, los niños con TDAH suelen presentar dificultades para mantenerse en una tarea, se distraen con facilidad, cambian de actividad rápidamente y manifiestan una necesidad constante de moverse o hablar.
Tradicionalmente, el tratamiento del TDAH se ha enfocado en el uso de medicamentos y terapias cognitivas. Sin embargo, en años recientes, diversos estudios científicos han puesto en duda la idea de que estos niños deban mantenerse quietos para poder concentrarse. Por el contrario, se ha encontrado que la actividad física puede ser una herramienta poderosa en el manejo del TDAH.
Lejos de ser una distracción, el ejercicio físico diario se ha demostrado como un estímulo altamente beneficioso para los niños con TDAH. Según diversos estudios, la actividad física mejora la capacidad de atención, reduce la impulsividad y favorece el autocontrol. Además, actúa como una herramienta que les permite estar más presentes en clase, ordenar sus ideas, mantener la concentración, motivarse y ser más persistentes en las tareas que realizan.
Además, se ha evidenciado que la práctica regular de ejercicio también puede tener un impacto emocional significativo: aumenta la autoestima y mejora el estado de ánimo, factores fundamentales en el desarrollo integral de cualquier niño, especialmente de aquellos que viven con TDAH.
Por estas razones, el doctor Elmer Huerta, asesor médico de RPP, sostiene que las clases de educación física en las escuelas no deben verse como un simple espacio recreativo o como un descanso entre materias. Por el contrario, deben ser actividades estructuradas y diseñadas estratégicamente para contribuir al bienestar de todos los estudiantes, en especial de aquellos con necesidades particulares como el TDAH.
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