El envejecimiento se traduce en un advenimiento más pronto de la pubertad y también en un “envejecimiento” de sus genes. Investigación otorga nuevas luces sobre la violencia infantil en la salud mental de los niños.
Una nueva investigación publicada en la revista Biological Psychiatry señala que diferentes situaciones negativas tienen efectos opuestos en el desarrollo biológico del niño.
La autora principal, la PhD Katie McLaughlin de la Universidad de Washington, señala que mientras en la violencia infantil en una edad temprana (abuso físico, emocional o sexual) está vinculada a un envejecimiento biológico acelerado, los niños expuestos a las dificultades de la vida como la pobreza y la inseguridad alimentaria muestran retraso en su desarrollo biológico.
El envejecimiento biológico acelerado asociado a la violencia infantil está relacionado al envejecimiento epigenético (de los genes del ADN). Esto por el aumento de los síntomas de la depresión. En conclusión, esa violencia "se mete debajo de la piel", según la autora, y desarrolla complicaciones a la salud humana posteriores.
Este hallazgo se concluyó luego de un experimento en 247 niños entre los 8 a 16 años. "Estos hallazgos indican que el envejecimiento acelerado después de la exposición a la violencia en una edad temprana ya se puede detectar en niños de hasta 8 años”, precisó McLaughlin.
Con esta nueva investigación se evidencia que se necesita una mayor inversión de la sociedad para reducir la exposición de los niños a la violencia. También debe haber mayor investigación biomédica y psicológica para reducir el impacto de estas experiencias negativas en las vidas de los menores vulnerables, agrega el editor de Biological Psychiatry, John Krystal.
La investigación abre las puertas a nuevas preguntas sobre si ese efecto de envejecimiento acelerado es permanente o si puede ser eliminado.
El envejecimiento genético relacionado a la depresión señalado en la investigación también ayudará a los profesionales de la salud mental a identificar, con mayor facilidad, a los niños y adolescentes que necesiten mayor apoyo médico, finaliza McLaughlin.
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