La ictericia neonatal es un fenómeno frecuente en los primeros días de vida de muchos bebés y, aunque suele desaparecer por sí sola, en ciertos casos requiere atención médica. ¿Cuándo es necesario actuar?
La ictericia no es una enfermedad en sí misma, sino un signo clínico que indica que algo no está funcionando correctamente en el organismo. Generalmente, su aparición está relacionada con problemas en órganos como el hígado, la vesícula biliar o el páncreas. Se manifiesta por una coloración amarillenta en la piel y en la esclerótica (la parte blanca de los ojos), causada por un aumento anormal de bilirrubina en la sangre.
El doctor Elmer Huerta, asesor médico de RPP, explica que la ictericia es un signo muy común en la práctica médica. Sin embargo, también advierte que, a pesar de su frecuencia, nunca debe tomarse a la ligera, ya que podría indicar una condición subyacente grave. Por ello, es fundamental que cualquier caso de ictericia sea evaluado con detenimiento por un profesional de la salud, a fin de determinar su causa exacta y actuar a tiempo si fuera necesario.
Una forma particular de ictericia es la que se presenta en los recién nacidos, conocida como ictericia neonatal. Esta condición también es muy común y afecta aproximadamente al 80 % de los bebés. Aunque en la mayoría de los casos es benigna y transitoria, también requiere vigilancia médica para descartar complicaciones, especialmente si los niveles de bilirrubina en la sangre del bebé son muy elevados.
¿Qué es la ictericia neonatal y en qué casos representa un riesgo?
Para comprender mejor la ictericia neonatal, es importante entender cómo funcionan los glóbulos rojos. El Dr. Huerta explica que los glóbulos rojos tienen una vida útil aproximada de cuatro meses, tras los cuales son eliminados del organismo. Durante este proceso, liberan una sustancia llamada hemoglobina, un pigmento esencial para transportar oxígeno en la sangre y cuya medición permite detectar condiciones como la anemia. Una vez liberada, la hemoglobina es procesada por el hígado, que la transforma en bilirrubina.
La bilirrubina es eliminada del organismo principalmente a través de la bilis, un proceso que depende del buen funcionamiento del hígado. En los recién nacidos, sin embargo, este órgano aún no ha madurado por completo, lo que dificulta la eliminación eficaz de la bilirrubina. Cuando esta se acumula en la sangre debido a ese metabolismo hepático inmaduro, aparece la característica coloración amarilla en la piel y los ojos del bebé, signo distintivo de la ictericia neonatal.
El Dr. Huerta señala que, en la mayoría de los casos, la ictericia neonatal desaparece por sí sola en una o dos semanas sin necesidad de un tratamiento, más allá de una observación cuidadosa. No obstante, en algunos bebés, los niveles de bilirrubina pueden elevarse peligrosamente. Si la concentración es demasiado alta, existe el riesgo de que esta sustancia afecte el cerebro, lo que representa una situación grave. En esos casos, se requiere intervención médica mediante tratamientos para reducir los niveles de bilirrubina en la sangre.
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