Dejar todo para otro día puede ocasionarnos estrés y afectar nuestro desempeño
“Trabajo mejor bajo presión”, “soy más efectivo cuando falta poco tiempo”, “mejor hago este trabajo mañana”. Estas son algunas de las frases que las personas que procastinan suelen decir. Entendida como la experiencia de dejar un proyecto urgente para después, la procastinación es frecuente entre estudiantes, trabajadores y personas con proyectos a largo plazo.
Hacer o no hacer
Todo comienza con la simple decisión de trabajar en un proyecto o hacer algo más: otro proyecto, algo divertido, o no hacer nada. Optamos hacer una labor debido a cuánto valor le ponemos en un determinado momento. En términos psicológicos, procastinar es lo que pasa cuando valoramos más hacer otra actividad que lo que tenemos que hacer.
Elliot Berkeman, PhD de la Universidad de Oregon, explica que un primer paso para superar la procastinación es encontrar una manera de aumentar el valor subjetivo de trabajar ahora, y relativizar el valor de las demás actividades. “Por ejemplo, yo suelo limpiar mi casa cuando tengo muchos exámenes que revisar. Cuando me pasa esto, podría recordar por qué evaluar a mis alumnos es importante para mí. O podría destacar lo incómodo que es limpiar mi casa.”
Acortar los plazos
Tendemos a ser irracionales al determinar el valor de las cosas. Las labores implican beneficios lejanos, tales como hacer una tesis, nos resultan menos valiosas que las actividades que nos reportan beneficios inmediatos. En este sentido, Berkeman recomienda incrementar el valor de las actividades con plazos lejanos haciendo que los plazos se sientan más cortos. “Una manera de incrementar el valor de estas actividades puede ser imaginar vívidamente el beneficio futuro de realizarlas.”
Hacer que requieran menos esfuerzo
Nuevas investigaciones sugieren que hacer cualquier esfuerzo mental es intrínsecamente costoso. Por esta razón, las personas suelen escoger trabajar en labores más fáciles en lugar de las más complicadas. Berkeman hace una interesante predicción al respecto. “Procastinamos más cuando el trabajo que debemos hacer es más pesado. Dotamos dichas labores con menos valor y por lo tanto nos cuesta más hacerlas. Estudios sugieren que esto se puede combatir reduciendo a partes más pequeñas y simples una labor grande y complicada”, finaliza el experto.
Comparte esta noticia