Este tipo de depresión presenta síntomas atípicos. En el mundo, más de 300 millones de personas padecen depresión. En Perú, hasta 2 millones tienen un episodio al año.
En el mundo existe una enfermedad mental que tiene como síntoma principal ocultar la tristeza que se vive día a día. Todos conocemos de alguna manera a aquel familiar o amigo que es workaholic. Vive para trabajar. Siempre está buscando un nuevo curso de idiomas, una maestría o alguna actividad social en la que mantenerse ocupado. Incluso, puede que el individuo tenga un carácter tan diligente que hasta te ‘inspira’ a seguir adelante. Algo así como un libro de autoayuda viviente.
Este tipo de persona, que puede parecer la más feliz del planeta, podría tener una depresión atípica o sonriente. Si bien esta es una variación de la depresión común, sus síntomas son totalmente opuestos.
Una depresión convencional tiene a la persona en un estado de ánimo bajo, pero también desaparece la capacidad de disfrute. Te quita las ganas de vivir por completo. En cambio, la depresión atípica o sonriente mantiene activa la capacidad de disfrute siempre y cuando tenga una motivación determinada. Te permite mostrarte alegre por momentos, explicó a RPP Noticias el director de Salud Mental del Ministerio de Salud, Yuri Cutipé.
Un ejemplo claro es la persona que puede permanecer deprimida en casa, pero sabe que se reunirá con sus amigos al final del día para ver jugar a su equipo de fútbol favorito. Puede que este gane y la persona goce de la celebración con sus amistades. Pero al volver a casa continúa con los ánimos soterrados. La sonrisa que tiene solo le sirve para defenderse frente a los demás, no lo protege de sí mismo.
Este tipo de casos pueden repetirse indistintamente entre los más de 300 millones de personas que tienen depresión en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. O también entre el millón o dos millones de peruanos que sufren de esta tristeza de largo aliento. De acuerdo con Cutipé, para que una persona sea diagnosticada con depresión, debe permanecer desalentado todos los días, las 24 horas, durante al menos dos semanas.
La competitividad laboral influye en este tipo de depresión
Si en una depresión clásica encontramos una falta de energía, también existe un descuido en el arreglo personal, pero el que tiene depresión sonriente más bien se presenta ante el mundo con una gran presencia. Canta y baila para encubrir las pocas ganas que tiene para vivir.
El esfuerzo del deprimido por encubrir sus emociones se debe a que es percibido por su entorno social generalmente como el fuerte. “No quieren demostrar señales de debilidad. Muchas veces asocian la depresión y la tristeza con los prejuicios de una persona con poca voluntad”, explicó la psiquiatra y psicoterapeuta, Estela Inga, de la Clínica Internacional.
Este tipo de depresión es cada vez más frecuente, agregó Inga, porque las exigencias de la vorágine laboral son mayores. La alta competitividad por ‘una vida exitosa’ ocasiona un trastorno mental que acusa de débil hasta a la propia sensibilidad humana.
Por eso es que las personas con depresión sonriente llenan su tiempo con actividades que quizá ni les interesen. Con el tiempo ocupado, no hay minutos para contactar con la emoción auténtica: la tristeza que están sintiendo.
El director de Salud Mental del Minsa, Yuri Cutipé precisa que una persona que tenga depresión sonriente debe asistir a un profesional en salud mental porque este le podrá ayudar con herramientas psicoterapéuticas, como un tratamiento del habla o la meditación, o, con el suministro de fármacos. Pero también los amigos y los familiares tienen un papel importante para ‘motivar’ a las personas deprimidas a tratarse.
Pero ¿cómo? Si no quiere aceptar su tristeza. “Se le debe abordar de manera indirecta porque sus defensas están al máximo contra la depresión. Que se dé cuenta de su estado. Que está mintiendo a la gente y a sí mismo”, aconsejó Estela Inga.
Lo particular de la depresión sonriente es que obliga a la persona a creer en una felicidad postiza. No lo deja vivir. Incluso, puede afectarlo tanto que ocasiona la autoagresión, la cual puede evolucionar a un intento de suicidio.
El primer paso del círculo social del o la afectada es hacerle entender que está bien llorar y demostrar tristeza porque permite la liberación de tensiones. Eso es la vida.
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