Adam Grant, profesor de la Universidad de Pensilvania, explicó por qué la autenticidad no es el mejor camino a seguir para una persona.
Para el profesor de psicología en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, Adam Grant, recomendar a las personas que sean 'ellas mismas' es un mal consejo. Mostrarse tal cual ante los demás, con defectos y virtudes sin pasar por un filtro previo es contraproducente para la sociedad. Criticó a la 'Era de la Autenticidad' por querer exteriorizar lo que una persona cree, siente y muestra al mundo
"La próxima vez que la gente diga 'solo sé tú mismo' hay que pararla en seco. Nadie quiere oír todo lo que pasa por nuestra mente. Solo quieren que vivamos a la altura de lo que sale por nuestra boca", dijo.
En una columna escrita para The New York Times, el también administrador explicó que ninguna persona está interesada en conocer cómo es verdaderamente otra, con sus defectos y virtudes. "Todos tenemos pensamientos y sentimientos que consideramos fundamentales en nuestras vidas, pero que es mejor callar".
Grant cree que el engaño es el motor que hace que el mundo gire. Sin este elemento, los matrimonios, los trabajos e incluso los gobiernos serían insostenibles. La autenticidad es un elemento que hace entrar en conflictos a los seres humanos y los devuelve a su estado más básico y primitivo.
Redondea su idea principal con un ejemplo: "Hace una década, el autor A. J Jacobs pasó unas cuantas semanas tratando de ser auténtico. Le comentó a una editora que le gustaría acostarse con ella si fuera soltero y le hizo saber a su niñera que la invitaría a salir si su esposa lo dejara", escribió en el diario. El mundo sería un lugar insostenible para relacionarse.
La autorregulación, el factor clave
La autenticidad depende directamente de un rasgo de personalidad llamado 'autorregulación'. El autorregulador busca y observa la forma de proceder de una sociedad y se adapta. No transige con la incomodidad, busca quedar bien. El que no lo es no tiene filtros, se guía por el instinto aunque a un alto precio, explicó el investigador.
Para él, las personas que se adaptan tienen más posibilidades de tener mayores logros y desarrollarse porque tienen más reparos en su reputación. Citó un análisis de 136 estudios a unos 23,000 trabajadores. Los autorreguladores obtuvieron altas calificaciones y sus cualidades fueron destacadas. Eran más propensos a ser elegidos en puestos de liderazgo y altos cargos.
A los que no se autorregulan se les juzgó como débiles o poco profesionales. Grant considera que la sinceridad es una cualidad que debe ser regulada al momento de expresar las cosas.
"Entonces, ¿qué debemos esforzarnos por alcanzar? Hace décadas, el crítico literario Lionel Trilling nos dio una respuesta que suena anticuada para nuestros oídos auténticos: sinceridad. En lugar de buscar nuestro yo interno y después de hacer un esfuerzo consciente para expresarlo, Trilling nos insta a comenzar con nuestro yo externo. Poner atención a cómo nos presentamos a los demás y después esforzarnos por ser la persona que decimos ser. En lugar de cambiar desde adentro hacia fuera, tratemos de interiorizar el exterior", comentó.
Comparte esta noticia