El bombardeo de información diaria propicia que la gente evite la "ardua" labor de analizar todo críticamente, señala estudio.
Si dicen que han hallado la clave para lograr el 'cuerpo perfecto' de Rihanna en una semana o si aseguran que dormir apenas dos horas puede hacer que olvides tus recuerdos más felices, muchos harán clic para leer el resto de la información, la tomarán por cierta y hasta la compartirán en sus cuentas de Facebook y Twitter personales.
¿Las personas nos hemos vuelto más influenciables, más crédulas o es que hay una flojera colectiva por analizar noticias que nos llegan por montones? Pues un estudio de la Northwestern University analizó por qué creemos en informaciones falsas, incluso luego de que se difunden los desmentidos.
De acuerdo al autor de la revisión, David Rapp, la gente tiende a recordar rápidamente declaraciones inexactas o descaradamente falsas, porque para el cerebro eso es más fácil que evaluar críticamente lo que hemos leído u oído.
"Si está disponible, la gente tiende a pensar que puede confiar en esa información. Pero solo porque usted puede recordar lo que alguien dijo, no lo hace cierto", señala Rapp.
Recordemos, por ejemplo, que el año 2010 el presidente de Bolivia, Evo Morales, afirmó que comer pollo causa homosexualidad, porque esta carne está cargada de hormonas femeninas. Las palabras del mandatario generaron las risas del auditorio que lo escuchaba, pero luego esas declaraciones dieron la vuelta al mundo y hubo quienes creyeron o al menos se quedaron con la duda.
Lo cierto es que si bien se pueden emplear hormonas para acelerar el crecimiento del ave, no hay sustento científico ni estudios clínicos que muestren indicios de que esto afecte la conducta masculina o femenina.
Según Rapp, es más difícil desconfiar cuando es una fuente creíble la que da declaraciones inexactas. "Estamos bombardeados con toneladas de información todo el día; Es una pesadilla evaluar críticamente todo. A menudo asumimos que las fuentes son confiables. No es que la gente sea perezosa, aunque eso ciertamente podría contribuir al problema. Es arduo y difícil evaluar todo, más aún cuando tratamos de preservar los recursos para cuando realmente los necesitamos".
En su revisión, publicada en la revista Current Directions in Psychological Science, Rapp aconseja cómo evitar caer en la desinformación:
1. Evaluación crítica desde el inicio. Eso puede ayudar a prevenir que el cerebro almacene la información incorrecta. "Quieres evitar codificar esos recuerdos potencialmente problemáticos".
2. Considera la fuente. Las personas son más propensas a utilizar información inexacta de una fuente creíble que de una fuente poco fiable. "Es claro para los defensores de Donald Trump que sus palabras son a menudo sin sentido, pero sus fuertes partidarios -que quieren que tenga razón- harán menos trabajo para evaluar sus declaraciones".
3. Cuidado con las falsedades "verdaderas". "Cuando la verdad se mezcla con declaraciones inexactas, la gente es persuadida, engañada y menos evaluativa, lo que les impide darse cuenta y rechazar las ideas inexactas". Por ejemplo, durante la campaña Trump inicialmente dijo que vio el video de dinero cambiando de manos para los individuos secuestrados en Irán, luego se retractó. Pero los medios de comunicación informaron que sí había una grabación.
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