Según estudio, los adornos y luces navideñas hacen que haya una percepción de más sociabilidad e integración con la comunidad.
Las luces de Navidad transforman las grandes ciudades, aunque quizá no las hayamos visitado, sabemos de la invasión de brillo en los Campos Elíseos de París (Francia), y es famoso el encendido del árbol del Rockefeller Center de Nueva York (Estados Unidos), con más de 30 mil bombillas de colores.
Lima también se ilumina. Las calles, los jardines, las ventanas y fachadas de las casas, así como los árboles dentro y fuera de los hogares, exhiben decoraciones incandescentes. Investigadores estadounidenses concluyeron que estos adornos hacen que haya una percepción de más sociabilidad e integración con la comunidad.
"Cuando las decoraciones navideñas estaban presentes, los evaluadores en realidad atribuyeron mayor sociabilidad a los residentes no sociables, citando una apariencia más abierta. Los resultados respaldan la idea de que los residentes pueden usar el exterior de su hogar para comunicar apegos y posiblemente para integrarse en las actividades sociales de un vecindario", señala el estudio, publicado en el Journal of Environmental Psychology.
Lo importantes es no caer en la 'adicción a la iluminación navideña', que busca llamar la atención y demostrar superioridad, sostiene John M. Grohol, Psy.D., experto en salud mental y enfermedades psicológicas.
Y es que si bien las luces navideñas son de bajo costo, dependiendo de los modelos y la potencia de cada una, crece el pago del recibo de luz, lo que puede interpretarse como personas de mayor poder adquisitivo.
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