En el Perú, 3 de cada 10 gestantes tiene anemia, según la ENDES 2018. Los niños afectados pueden presentar consecuencias como un coeficiente de inteligencia menor, déficit de atención y bajo rendimiento escolar.
El 60% de casos de anemia en el Perú se concentra en el primer año de vida, según cifras del Ministerio de Salud. La causa más recurrente de esta enfermedad es por la deficiencia de hierro, un elemento de suma importancia porque participa en los procesos vitales para el ser humano.
Para el Dr. Alcántara, médico pediatra de Sanna Centros Clínicos La Molina y Miraflores, el hierro cumple un rol muy importante en el desarrollo del sistema nervioso, en el rendimiento físico y en el estado inmunológico.
La etapa de gestación y los primeros años de vida son momentos clave para evitar las consecuencias de la anemia a largo plazo. “En los niños, la carencia de hierro produce un alto riesgo de deterioro irreversible en el desarrollo mental y psicomotor”, agrega el especialista.
Por ejemplo, los niños afectados presentan un coeficiente de inteligencia menor y déficit de atención. Así, los problemas no son solo en el niño (individuales) sino también sociales.
Consejos para prevenir la anemia
En el Perú, 3 de cada 10 gestantes tiene anemia, según la ENDES 2018. Una cifra alarmante si tenemos en cuenta que, para evitar los efectos negativos a largo plazo, la anemia se debe prevenir desde el embarazo, haciendo énfasis también en el periodo de lactancia y los primeros años de vida.
Alcántara indica que existen tres ejes de prevención: la educación nutricional, especialmente con alimentos de origen animal ricos en hierro; la fortificación de los alimentos, añadiendo hierro a alimentos básicos que se consumen en cantidades significativas (leches, cereales) y la suplementación con hierro y ácido fólico.
En gestantes, se puede prevenir a través de la alimentación balanceada incorporando diariamente alimentos como la sangrecita, hígado, bazo, carnes rojas y pescado. También se incluye la suplementación con hierro y ácido fólico a partir de la semana 14 de la gestación hasta 30 días después del parto.
En el parto, el pediatra indica que, para niños nacidos sin complicaciones, se recomienda el corte tardío del cordón umbilical, a los 2 o 3 minutos después del nacimiento. Además, la lactancia materna se debe iniciar dentro de la primera hora de vida y de manera exclusiva hasta los seis meses.
En la primera infancia la anemia se puede prevenir con la ingesta diaria de alimentos ricos en hierro de origen animal desde los 6 meses de vida. Asimismo, se puede administrar suplementos de hierro: en niños prematuros a partir de los 30 días y en niños nacidos a término de la gestación desde el cuarto mes hasta los tres años.
¿Cómo se trata?
Para el diagnóstico de anemia se necesita una prueba de laboratorio (muestra de sangre) y una evaluación de la historia clínica junto con un examen físico. En este se revisa: el color de palma de manos y de las mucosas oculares, la sequedad de la piel y la caída de cabello, principalmente.
En cuanto al tratamiento en gestantes, se da con una dosis diaria de 120 mg de hierro elemental y 800 microgramos de ácido fólico durante 6 meses. Los controles son cada 4 semanas hasta que la hemoglobina haya llegado a 11 g/dL o más. “Una vez en este valor, se sigue el tratamiento por tres meses más. Luego, se pasa a la dosis de prevención hasta los 30 días postparto para reponer bien las reservas de hierro”, indica el pediatra.
En los niños prematuros o con bajo peso al nacer, el tratamiento inicia a los 30 días de nacido con dosis de hierro de 4 mg kg/día (4 gotas) por 6 meses continuos. En el caso de niños nacidos al término del embarazo -o con buen peso al nacer- se administra la dosis es de 3 mg kg/día (3 gotas). En ambos casos, los controles de hemoglobina son a los 3 y 6 meses de iniciado el tratamiento.
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