En el 30 aniversario de la icónica Fresa y Chocolate, sus protagonistas reflexionan sobre el filme que marcó un hito en Cuba y las grietas sociales que persisten.
En 1993, Fresa y chocolate conmovió a Cuba, desatando una "catarsis colectiva" en medio de tiempos difíciles. En el 30 aniversario de la cinta nominada al Oscar, sus protagonistas Jorge Perugorría y Vladimir Cruz se reúnen en el restaurante La Guarida, que sirvió como escenario de la película, para recordar cómo la historia sirvió como "reconciliación entre los cubanos".
El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, que inicia este viernes en La Habana, hará dos homenajes a este filme largamente ovacionado en su estreno. La película ganó diversos reconimientos, entre ellos el Goya a Película Extranjera de Habla Hispana, una mención especial del jurado en la Berlinale y una nominación a los Premios Oscar por Película Extranjera.
¿De qué trata Fresa y chocolate?
Fresa y chocolate aborda la historia de Diego, un joven homosexual en tiempos de censura, y su amistad con David, defensor del Partido Comunista. El abrazo final entre ellos se convirtió en "una metáfora casi imposible" según cuenta Perugorría a AFP, quien sostiene que las "diferencias entre cubanos se han abierto" desde entonces.
"Era como si el público tuviera la necesidad de haber visto esa película (...) porque trataba quizá lo que muchos tenían en su cabeza (...), frustraciones, esa serie de temas que se habían demorado", recuerda.
Vladimir Cruz destaca que la película no solo resonó con los reprimidos, sino también con los represores: "Tuvimos experiencias de gente que decía: 'yo he actuado así, he sido intolerante, he reprimido a homosexuales'". Aunque celebra la legalización del matrimonio igualitario en 2022, señala que aquellos que discrepan con la ideología oficial enfrentan problemas similares a los de Diego, incluyendo la migración.
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Mirta Ibarra recuerda a Gutiérrez Alea
La película también destaca la amistad entre los codirectores, Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, una historia que se entrelazó con la trama. La actriz Mirta Ibarra, viuda de Gutiérrez Alea, recuerda el sufrimiento durante la filmación debido a la enfermedad de su esposo.
"Fue un periodo doloroso, debo admitirlo". Mientras viajaban hacia el set, Gutiérrez Alea solicitaba dirigirse al Malecón: "'Deseo contemplar el mar, admirar las hermosas zonas de La Habana'", expresaba, convencido de que este proyecto sería su última película, evoca Mirta con pesar.
¿Por qué es relevante Fresa y chocolate?
A 30 años de Fresa y chocolate, la película sigue siendo relevante por su llamado a la tolerancia y el respeto, aunque los protagonistas lamentan la actual falta de libertad de expresión y la creciente división en la sociedad cubana. El legado de esta obra maestra sigue resonando, pero también revela las persistentes grietas sociales en el tejido cubano.
Jorge Perugorría y Vladimir Cruz coinciden en la necesidad de una "política cultural para todos en nuestra diversidad". A pesar de los avances, señalan la censura actual en películas y exposiciones, evidenciando una regresión en la tolerancia y el respeto a la diferencia.
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