A un empresario debe importarle el país donde opera, pues sus actividades se desarrollan en un sistema más amplio en el que participan varios actores de manera interdependiente y, por tanto, el bienestar común es el propio en la medida que todos dependemos de todos y las empresas son stakeholders en sí mismas.
Un mercado es un método de coordinación social en el que se establecen relaciones económicas basadas en el intercambio. Así, un mercado no existe en aislamiento; está inmerso en un sistema social y político más amplio que lo respalda y lo legitima, y necesita de un gobierno que establezca reglas que garanticen igualdad de oportunidades, supervise su adecuado funcionamiento, y provea a la población de servicios básicos como salud y educación. Sin reglas claras y mecanismos justos y efectivos, resulta muy difícil operar un mercado en el que se respete la propiedad privada y los contratos. La corrupción reemplaza a la competencia y determina a los ganadores, y las sociedades corren el riesgo de volverse populistas estableciendo medidas políticas que no buscan el bienestar del país, sino únicamente conseguir la aceptación de los votantes sin importar las consecuencias.
En este sentido, el sector público y privado son parte inseparable de un gran sistema operativo que necesita de ambos para tener éxito.
El Perú es uno de los países más afectados por la pandemia en América Latina, principalmente debido a los graves problemas estructurales que tenemos a pesar de los años de crecimiento económico. La estructura laboral y de las actividades económicas del país, se convirtieron en un incentivo para romper el confinamiento y, a pesar de que se puso énfasis en los protocolos, estos alcanzan a las empresas formales. Y es que alrededor del 71% de la población económicamente activa es informal, uno de los porcentajes más altos entre las economías de América Latina. Estas personas no están en la planilla, no tienen seguro de salud, no reciben beneficios laborales, entre otros. La mayor parte de estas actividades genera ingresos día a día y, en muchos casos, es la única alternativa que tienen las personas para acceder a actividades productivas, debido a que los costos de la formalidad superan sus beneficios. La burocracia y el exceso de tramitología son un desincentivo para que una empresa o un trabajador se vuelva formal.
Ante esta situación podemos mirar de costado, pero lo cierto las cosas no van a cambiar mientras no comprendamos que el rol de cada uno es clave en el fortalecimiento o el desgaste del sistema. Necesitamos que el sector público y privado aprendan a trabajar juntos por el bienestar de todos.
Si bien puede sonar como algo etéreo, es posible demostrar lo contrario. Un ejemplo es el nuevo “Mercado Piloto San Felipe” en Surquillo. En este espacio, ubicado en el Jirón El Carmen, se reubicaron a más de 100 ex ambulantes de la zona en un esfuerzo conjunto del gobierno central, el gobierno municipal, el sector privado y los propios comerciantes. Se desarrolló en un espacio provisto por la municipalidad distrital y cuenta con 62 puestos, implementados con inversión de las empresas que participaron del proyecto y el knowhow de una consultora especialista, en el que se ofrecen gran variedad de productos al alcance de los vecinos. Atienden con todos los protocolos para cuidar la salud de los comerciantes y visitantes, y han implementado rutinas como el lavado de manos cada hora. Producto de este trabajo, los resultados de las pruebas COVID-19 que realizan han sido negativas al 100% desde el inicio.
Estos pequeños empresarios son capacitados constantemente para formarse como emprendedores y tienen hoy la oportunidad de ejercer su actividad comercial independiente de manera formal; la municipalidad ha reubicado a los ambulantes y tiene un nuevo espacio de comercio seguro para sus vecinos; las empresas inversionistas ofrecen sus productos y exponen su marca en los locales; y, el gobierno central tiene una gran oportunidad de replicar el modelo en otros lugares del país como una alternativa segura para ordenar el comercio informal, que durante la pandemia se ha incrementado.
Podemos convertir esta crisis en una oportunidad para reconstruir un entorno mejor y más sostenible.
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