Parafraseando a Basadre se puede decir que la virtualidad escolar es problema y posibilidad. Por una parte, el nivel de desarrollo integral de estas actividades desde un principio ha tenido dos caras, algunos usaron la educación virtual como herramienta para obtener mayores beneficios económicos sin entregar a cambio un contenido de calidad; y otros encontraron el camino ideal para desarrollar nuevas metodologías que logren que los alumnos desarrollen su propia autonomía.
Hasta ahora todos los análisis han girado en torno a las alternativas posibles que se brindarán a partir del otro año, asumiendo que la escuela tiene una capacidad de redención ¿Hemos tomado en cuenta la percepción de los estudiantes? Hoy es más evidente que nunca que la escolarización se apoya sobre un conjunto de medidas integrales entre las que mejorar las condiciones de vida de los niños, niñas y jóvenes no debería relegarse más. Si no resolvemos esto será cada vez más difícil pensar la vuelta a clase o la escolarización a futuro sin una gran cuota de frustración.
Es verdad que el nivel de las clases no han sido las mismas que en la presencialidad, sin embargo, a qué apuntamos si no es a una formación integral que conecte todas las herramientas y modalidades posibles ¿El Minedu responderá a las inquietudes de los alumnos o seguirá pensando que su opinión no es relevante para determinar el rumbo de la educación? Enhorabuena las políticas educativas intersectoriales vienen trabajando en conjunto con diferentes ministerios (MIMP, MINJUSDH) para atender no solamente al proceso cognitivo sino a la dimensión social y afectiva del alumnado. A partir de estas condiciones materiales y afectivas es que debería de pensarse la escolarización. Al respecto, Felicitas Acosta menciona que “la escolarización se apoya en un conjunto de medidas y las condiciones humanas y personales de los niños no pueden quedar en un segundo plano cuando reflexionamos sobre educación; y la competencia digital y la no simultaneidad, que impactan en los espacios educativos, en la brecha digital” que nos impulsa a pensar en la posible semipresencialidad del próximo año académico.
Los reportes en distintos países hablan de la falta de autonomía que se inculca en los alumnos y es que nunca se pensó la educación para tiempos pandémicos ni mucho menos para tiempos de frustración constante. Ante ello, las humanidades surgen como un compromiso para abrir mundos posibles en los alumnos y ellos se sientan involucrados en la dimensión socioafectiva de su formación escolar. La autonomía en los alumnos es vital y debe de ser un compromiso del Minedu el hecho de incluir cada vez más este concepto no solo como una definición teórica sino como una práctica humana concreta y perceptible. Sin embargo, no es posible lograrlo si tampoco hay un compromiso férreo en el hogar brindándoles el respeto necesario que merecen sus clases y actividades escolares. Es tarea de todos hacer la escolaridad sea íntegra, crítica y autónoma.
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