“Muchas personas piensan que una economía circular apunta a la reutilización de materiales y ese es un buen inicio, pero, en realidad, apunta a la aplicación de que todo circula. Lo que pensamos que es un desperdicio es un concepto erróneo porque todo puede hallar un nuevo uso en el sistema. Entonces, tenemos que ayudar para que la economía elimine este concepto de desperdicio”.
Kenneth Alston, asesor principal de la Plataforma de Economía Circular de las Américas y la Fundación para el Desarrollo Sostenible de las Américas, explica que, en la sociedad, predomina una economía lineal que consiste en el uso y disfrute de los recursos que obtenemos de la naturaleza para después solo deshacernos de ellos. En su opinión, el principio de una economía circular se orienta hacia la recolección de estos productos usados para tratarlos y darles un nuevo uso.
El Parlamento Europeo, que ya desarrolló un plan de acción para la economía circular, la define como un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. Así, se extiende el ciclo de vida de los productos.
La economía circular tiene un impacto positivo en el medioambiente, al reducir los residuos contaminantes y el consumo de energía, y lograr una disminución de las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Su impacto positivo también se basa en un uso más adecuado de los recursos, frente a un escenario donde las materias primas son cada vez más escasas.
Uno de los ejemplos más conocidos de economía circular es el reciclaje de botellas de vidrio que, después de un tratamiento, se reutilizan en forma de vasos. Otros casos son las decoraciones sobre la base de materiales electrónicos, el uso de materiales menos contaminantes alternativos al plástico, como el tetra pack, y el segundo uso que se puede dar a las botellas de plástico, convertidas en prendas de vestir.
Según Mark Dorfman, uno de los más conocidos expertos mundiales sobre economía circular, el mayor desafío que presenta este sistema consiste en romper la inercia de la sociedad, donde se necesita generar una transformación. Ello implica un cambio de mentalidad y la creación de una cultura circular donde los consumidores, las empresas y los Gobiernos empiecen a actuar de manera diferente. Se necesitan incentivos en el sistema, como una mayor demanda de los consumidores por productos con características de este tipo, regulaciones y promoción del uso responsable de los recursos del Estado, así como una respuesta de las empresas a estas demandas y regulaciones para generar productos y servicios renovables.
En el Perú, ya tenemos algunos ejemplos positivos de aplicación de una economía circular, con la publicación del marco normativo Hoja de Ruta hacia una economía circular en el sector industria (2020), pero, sobre todo, con ejemplos de empresas que ya empezaron a tomar medidas al respecto.
Así, tenemos los casos de Cencosud, con su estrategia de inclusión de envases con menor impacto ambiental; ETNA, con el uso de materiales de baterías chatarra para construir nuevas baterías, y Backus, donde un porcentaje de sus residuos son usados por otras empresas y que cuenta con envases de materiales reciclados. Los esfuerzos del sector educación también son muy importantes para concientizar a las empresas y la sociedad en general en la necesidad de adoptar una mentalidad orientada hacia la economía circular. Allí, los colegios y las universidades juegan un rol fundamental.
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