En el último número de la revista Bloomberg Businessweek (noviembre 25, 2019), Daniel Cancel aborda, en su artículo “Latin America Splits at the Seams” (algo así como “Se rompen las amarras en Latinoamérica”), sin duda una mala noticia: “En toda la región, la gente está en revuelta”, “con casi tres docenas de países y más de 600 millones de habitantes, América Latina desafía una fácil generalización, lo que dificulta predecir lo que vendrá después”, y “América Latina es la región más desigual y de menor crecimiento en el mundo en este momento, ofreciendo una clara advertencia para otras partes del mundo con dinámicas similares”.
Cancel hace una breve reseña de lo que sucedió y viene ocurriendo en Chile, sobre la reciente revuelta ciudadana en Ecuador, los desajustes institucionales en Bolivia, y la también novel protesta estudiantil y sindical en Colombia. También se refiere a lo sucedido en Brasil (el caso de Lula da Silva), el enorme caos en Venezuela, la derrota de Mauricio Macri: “La ira contra el sistema político no va a desaparecer, y de alguna manera los gobiernos están atrapados”. Finalmente, citando a James Bosworth (autor del Latin America Risk Report), sentencia: “Habrá más protestas y serán más violentas en el 2020”.
Tratando de buscar algunas respuestas a esta crisis de la región, podemos encontrar algunos indicios en el Reporte 2018 del Latinobarómetro (auspiciado por el BID, INTAL, CAF y el gobierno del reino de Noruega, entre otros):
1.- Satisfacción con los resultados económicos
En el cuadro 1 observamos que, a partir de 2010, la insatisfacción en este rubro decae sostenidamente. Lo más curioso es que, en 2018, los países mejor posicionados eran Chile, Ecuador y Bolivia. Obsérvese que ese año el Perú mostraba un nivel de satisfacción muy por debajo del promedio de la región (9/16).
2.- Apoyo al sistema político
En el cuadro 2 observamos que, justamente a partir de 2010, los niveles de apoyo al sistema democrático disminuyen dramáticamente, y la apatía e indiferencia de los ciudadanos gana espacio (lo que Cancel denomina “anti-incumbency”).
Esta situación es fuente de incertidumbre, en razón de que se dejan espacios para los denominados “outsiders” (bien de corte populista, tanto de izquierdas como de derechas).
3.- La productividad laboral
El cuadro 3 muestra que, desde el inicio de la presente década, los ingresos promedio por habitante de la región han dejado de crecer substancialmente, comparados con el ritmo de la década anterior.
Nuevamente se desnuda la dependencia por las exportaciones de commodities y una suerte de estancamiento del crecimiento (“trampa del ingreso medio”), que impide la salida de la pobreza extrema.
Curiosamente, en la revista Bloomberg Businessweek, Daniel Cancel no menciona al Perú, cuya economía se considera emergente (de acuerdo con el MSCI Emerging Markets Index). Lo que sucede es que en Perú –por razones ajenas a este artículo– hemos sabido administrar nuestros conflictos de tal manera que no “hacemos ruido”. Seguramente habremos generado alguna institucionalidad muy propia, de cuya existencia aún no nos hemos percatado; pero la consecuencia concreta es que seguimos siendo una economía atractiva para las inversiones tanto domésticas como del exterior. Sigamos por esta ruta.
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