Es propio de los seres humanos defendernos frente al ataque, a veces lo hacemos contratacando y otras resistiendo pacífica y creativamente sin dejar de exponer nuestro pensar y sentir. Una muestra es lo acontecido hace unos días cuando se empezó a relacionar el tema musical “Flor de Retama” del maestro Ricardo Dolorier Urbano con una especie de himno de terroristas.
Este no fue sólo un exabrupto, es una de las muchas referencias que hemos escuchado últimamente en medio de una campaña sistemática que quiere hacernos revivir el miedo al terrorismo que nos dejó el Conflicto Armado Interno para convertirlo en rechazo a una candidatura presidencial. En ese intento, hemos escuchado toda clase de expresiones violentas de desprecio y racismo, que nos recuerdan que los 200 años de república no son motivo de celebración, pero sí de recordación de las heridas que la colonización nos dejó, de esas jerarquías que ha colocado a unos cuantos en el poder y que ha engendrado una clase política que persigue intereses propios sin importarles el bien común. Y mientras los improperios continúan, las y los peruanos vamos comprendiendo que el sistema capitalista y neoliberal en donde se sostiene esa jerarquía ya no es viable y se requiere un verdadero cambio.
Hemos demostrado en muchos momentos de la historia republicana que sabemos defender lo que creemos justo, como lo narra poéticamente el tema himno Flor de Retama, que nos recuerda la masacre de Huanta. En junio de 1969, miles de estudiantes de secundaria en todo el país se pronunciaban en contra del decreto supremo 006-69 de marzo del mismo año que penalizaba con pago de 100 soles a los estudiantes de secundaria, técnica y magisterial que repitiesen un curso. Si para entonces ya era difícil para los jóvenes accedan a la secundaria era más difícil mantenerse invicto en las materias de estudio. En Huanta las protestas escalaron masivamente y los “sinchis” (escuadrón policial) reprimieron brutalmente a los manifestantes con un saldo de 20 muertos entre padres, madres y estudiantes, cientos de heridos y desaparecidos. Conmovido por la muerte de dos de sus estudiantes, el maestro Dolorier compuso la canción y desde entonces en un himno para las distintas organizaciones peruanas que defienden sus derechos y se manifiestan en las calles.
La sangre derramada no fue en vano, el gobierno del entonces General Juan Velasco Alvarado tuvo que retroceder y desde entonces la educación pública es gratuita para los niveles primaria, secundaria, técnica y formación magisterial en todo el país. Estando a pocos días de conmemorarse los 52 años de la gesta histórica de Huanta”, resulta paradójico que la hermosa canción atribuida maliciosamente a “terroristas” siga cantándose más fuerte que nunca en diferentes partes del país, conmoviendo el corazón de los peruanos y peruanas para que allí mismito florezca una vez más nuestra dignidad.
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