La casa para los pueblos originarios no son las cuatro paredes a las que ya nos acostumbramos en la cuarentena en las ciudades; para ellos la casa es la chacra y la familia son todas y todos los que hacen posible la vida en esa chacra. Reconociendo estas otras comprensiones y observando el comportamiento de las comunidades de Lamas durante la epidemia, el maestro Grimaldo Rengifo nos dice que el lema en estos territorios sería ¡Quédate en tu chacra!
Como en Lamas, muchos lo están cumpliendo y hasta han desplegado sus sistemas de autodefensa para impedir el paso de foráneos a sus comunidades, sabiendo que con menos contacto con el exterior disminuye el riesgo de propagación de la epidemia. Pero ¿qué tanto pueden aislarse? La madre tierra provee generosa, pero los cultivos no están libres de plagas, necesitan insecticidas y abonos, los ganados no siempre se abastecen con pastos y necesitan forraje, vacunas, medicinas, entre otros. Asimismo, los más de 6 millones de pobladores rurales que hay en el Perú no solo viven de lo que producen sus chacras, sino que complementan ingresos en trabajos esporádicos en chacras ajenas, obras, servicios y otros (siempre mal pagados). Por otro lado, una buena parte de la población rural lleva productos a los mercados locales y nacionales, que muchos no podrán sacar y perderán lamentablemente.
La respuesta a las familias urbanas sin ingresos que no pueden soportar más la cuarentena está llegando poco a poco, aunque queda mucho por resolver, pero las familias rurales solo recibirán alimentos que sus municipios puedan proveerles en el mejor de los casos. Sin ingresos, con el riesgo de perder sus cosechas, con sus productos malográndose y sus ganados muriendo, el grito de auxilio está sonando cada vez más fuerte, la población rural organizada y no organizada están compartiendo su situación en las redes. En ese sentido, hago eco de dos propuestas del experto Eduardo Zegarra (GRADE): La conformación del comité central de emergencia para el agro y zonas rurales y la entrega del bono productivo de S/.1000 soles para las y los agricultores.
Vemos que la mayor cantidad de infectados están en las ciudades, pero no se puede abandonar a nuestras poblaciones rurales. Seguiré insistiendo, si hay algo que esta epidemia nos deja ver con nitidez es la desigualdad, a la vez que nos recuerda la promesa fallida de un sistema que favorece a unos y despoja a otros. En lo inmediato, los gobiernos locales muy bien podrían comprarle los alimentos que distribuirán a los comuneros. Asimismo, necesitamos urgente al Ministerio de Cultura actuando junto con el Ministerio de Educación en las alternativas para una cuidadosa comunicación multilingüe que prevenga la epidemia desde las cosmovisiones de los pueblos originarios, pero también necesitamos a los Ministerios de agricultura y de producción, a los expertos, organizaciones, comunidades, gobiernos municipales rurales coordinando y planteando las mejores alternativas para que nuestras familias rurales no terminen siendo las más afectadas de la cuarentena, y acaben muriendo no por el contagio sino por el abandono.
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