El aniversario del Rey Ulises reunió a reconocidos danzantes entre ellos Ccarccaria y Qori Sisicha. El baile fue recientemente declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
El tintinear de las tijeras da el inicio al místico baile. El segundo aniversario del Rey Ulises reunió a los danzantes de Huancavelica y Ayacucho, dos de las provincias que recogen este tradicional baile, en un intenso “mano a mano” de la Danza de las Tijeras, que recientemente fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Primero los pequeños. Diminutos danzarines comenzaron a demostrar sus dotes y habilidades en las piruetas. Entre ellos el hijo del reconocido Ccarccaria, Alex Damián.
Y es que la danza de las tijeras se transmite de generación en generación. Los padres les enseñan a lo hijos y los instruyen desde la niñez.
“La danza de las tijeras se lleva en la sangre”, comenta Christian Vilca, de 13 añosw, quien está ataviado con toda la indumentaria de un danzante. Es más ya se siente todo un profesional y, aunque no sabe mucho del origen del emblemático baile, siente fluir por su cuerpo la música del arpa y violín.
Así como Christian, Ulises de la Cruz, el Rey Ulises, ha vivido toda su vida envuelto en Antipanacuy, encuentros de la danza revalorada por José María Arguedas.
A sus 21 años, se ha convertido en uno de los danzantes más reconocidos. Realiza presentaciones con el huancavelicano Ccarcaria y con el ayacuchano Qori Sisicha. Ha actuado en El Gran Reto y participa en los concierto de la banda nacional La Sarita.
Y en febrero el Rey Ulises viajará a Hong Kong, invitado por el gobierno regional de dicho lugar junto a los reconocidos danzantes a un festival internacional de bailes típicos.
En la época de la Colonia esta danza estuvo asociada a rituales diabólicos, precisamente por su nombre en quechua, Supaypa Wasin Tusuq, que significa el danzante en la casa del diablo. Hasta que Arguedas la denominó con su actual nombre.
Lo vistoso de la danza son las piruetas y los asombrosos actos que realiza el danzante. Cual faquir se incrusta alambres en el estómago, se mete cuchillos y juega con fuego. También degusta algunos animalitos nada apetecibles como culebras, ranas y hasta ratas.
Huancavelica y Ayacucho son los departamentos donde más se practica la Danza de las Tijeras. Ambas performances no son iguales, pues hay una sutil diferencia entre la una de la otra, en distintos aspectos.
En el vestuario ayacuchano predomina el traje blanco y las blondas de colores, la música contiene los sonidos más estridentes del violín y tiene un toque más ceremonial.
Mientras que en la versión huancavelicana predominan las melodías del arpa, las piruetas en el momento de baile y las cintas de colores en la bastas del pantalón en el vestuario.
Pero tanto en Huancavelica o en Ayacucho, en Apurimac o en Junín, se vive la Danza de las Tijeras. Y en este aniversario se respiró el sentimiento de un intenso baile, que reviviendo el espíritu del Arguedas, es “un símbolo vivo de un pueblo y una cultura que no puede morir”.
Comparte esta noticia