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Miguel Pita sobre la COVID-19: “No estamos ante el peor enemigo que podríamos estar enfrentando”

Miguel Pita, doctor en Genética y Biología Celular, participa del Hay Festival Arequipa 2020 con una mesa centrada en explicar el origen de los virus.
Miguel Pita, doctor en Genética y Biología Celular, participa del Hay Festival Arequipa 2020 con una mesa centrada en explicar el origen de los virus. | Fuente: Hay Festival | Fotógrafo: Carlos Givaja

En el marco del Hay Festival Arequipa 2020, RPP Noticias conversó con el divulgador científico Miguel Pita, autor de “Un día en la vida de un virus” (2020), acerca de las medidas de prevención para una futura pandemia y el escenario de desinformación que se vive actualmente.

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Agente infeccioso microscópico acelular, capaz de replicarse en otros organismos. Eso es un virus. Pero también puede definirse de otra manera: un virus es como un estafador que entra a una compañía para saquearla. Con ese tono pedagógico es que Miguel Pita, doctor en Genética y Biología Celular, aproxima la ciencia al gran público: ejemplos, comparaciones e historias. Una labor que resulta esencial en medio de esta pandemia en la que campea la desinformación.

Autor de títulos como “El ADN dictador” (2017) y “Un día en la vida de un virus” (2020), el investigador, profesor y divulgador científico sostuvo una conversación con RPP Noticias como antesala de su participación en la edición digital del Hay Festival Arequipa 2020, que tendrá lugar este 2 de noviembre, desde las 3:00 hasta las 4:00 p.m.

El término “virus” se ha ganado una connotación negativa a lo largo del tiempo, pero no puede decirse que sean siempre los malos de la historia.

Catalogar como positivos o negativos a los virus es lógico, por las situaciones que nos hacen vivir. Pero, efectivamente, son parte de la naturaleza y no despliegan ningún tipo de intención. Ni siquiera corresponden al nivel celular, son una parte molecular. Son poco más que una sucesión de reacciones químicas. Evidentemente, tienen esa capacidad replicativa que tienen todas las estructuras que funcionan con un mecanismo de material genético —de ADN o RDN— y en esa capacidad está el efecto que tienen: aprovecharse de nuestras células para replicarse. Al aprovecharse de esa función absolutamente espontánea y química, para esa tarea inconsciente, nos causan daño. Es normal que veamos a muchos virus causantes de enfermedades desde una perspectiva negativa, pero son poco más que un proceso biológico, que es poco más que un proceso químico.

Las pandemias no son una experiencia nueva para la humanidad. Pero ¿qué deberíamos estar haciendo para que un virus no escale a ese nivel?

Efectivamente, las pandemias son esperables en la humanidad cada cierto tiempo, porque convivimos con otras especies en las cuales existen virus que pueden saltar a la nuestra. Es cierto que el origen de una pandemia es fruto del azar y hacen falta un par de golpes de mala suerte para que surja: en primer lugar, necesitamos que un virus salte de otra especie a la nuestra, y segundo, que ese virus sea capaz de infectar nuestra especie. Es decir, que haya mutado para ser un virus infectivo para los humanos, porque puede ocurrir que haya un virus que no sepa cómo invadir nuestras células. Es al replicarse cuando nos daña. Eso es puro azar.

Pero es cierto que somos una especie que puebla y ha invadido todo el planeta, con una demografía desmesurada. Por otro lado, vivimos en un mundo interconectado y es muy fácil que un fenómeno que surja en una región del planeta se contagie a otra. Somos una especie que no solo es abundante, sino está conquistando continuamente nuevos ecosistemas, robándole ecosistemas a nuevas especies. Con lo cual tenemos muchas posibilidades de que un virus nos contagie. Y, además, cada vez estamos más próximos a las especies salvajes, para cuyos virus no tenemos defensas.

Así que, es cierto que, si quisiésemos evitar futuras pandemias, aunque su origen depende del azar, deberíamos tomar ciertas medidas de prevención. Tratar de no invadir nuevos ecosistemas y tratar de controlar hasta cierto punto nuestra situación demográfica, o los hábitos globalizados de nuestra situación demográfica.

¿Por qué algunos virus resultan más letales que otros? ¿Qué factores influyen en su mortalidad?

Por la función que desarrollan en nuestras células, con los virus es muy difícil simplificar, pero un virus puede no causarnos ninguna enfermedad o puede ser capaz de ingresar en una célula y explotarla masivamente o menos gravemente. Si es capaz de entrar, va a usar los recursos de nuestra célula para sacar copias de sí mismo. Eso puede hacerlo de una forma más agresiva o menos agresiva, dependerá de lo que tenga escrito en su código genético el virus. También puede ser capaz de ingresar en más de un tipo celular, que invada más células distintas del cuerpo o solo un tipo: cuantos más tipos invada, en mayores problemas nos pone. Adicionalmente, hay virus que tienen la capacidad de incorporar su material genético en el nuestro y quedarse de forma latente; dependiendo de la cantidad de recursos de nuestro cuerpo que exploten, así va a ser la gravedad o su potencial dañino respecto a nuestra especie. Hay que tener en cuenta las variables de nuestras defensas. Cuanto más fácil sea para ellas reconocer un virus, menos potencialmente dañino va a ser el virus. Depende de muchos factores.

En una escala de letalidad, ¿dónde podría ubicarse la COVID-19? Porque no es igual de mortal que el VIH, por ejemplo.

Es un virus muy contagioso y poco agresivo. Es verdad que en una situación como la que vivimos, con varios millones de infectados en el planeta y algún millón de muertos, decir que es un virus poco agresivo, parece un comentario poco respetuoso. Pero hay muchos virus mucho más agresivos y letales. Estamos ante un virus que mucha gente lo vence sin tener siquiera síntomas, pero para ciertas personas sí es complicado. No es de los más graves que podemos encontrar si lo comparamos con el ébola, que tiene una mortalidad por encima del 50%, mientras en este [COVID-19] estamos hablando por debajo del 5%. Sin embargo, sí que es muy contagioso, lo cual agrava muchos los problemas, porque va a acceder a mucha gente y a gente que es muy débil. Es un problema de extrema gravedad, pero no estamos ante el peor enemigo que podríamos estar enfrentando.

"Un día en la vida de un virus", de Miguel Pita, explica la raíz de los virus y cómo pueden llegar a escalar a nivel mundial.Fuente: Editorial Periférica

Has dicho que es probable que otros virus mucho más agresivos pueden irrumpir entre nosotros dentro de dos o diez años. ¿Te parece que esta pandemia sirve como tubo de ensayo de cara al futuro? ¿Crees que venimos aprendiendo un poco la lección?

Bueno, a mí me gustaría que esta pandemia sirviese para prevenirnos de situaciones peores en el futuro, que pueden ocurrir. Como hemos comentado, las pandemias surgen por azar y podrían no ocurrir. Pero en la situación actual, la humanidad está muy expuesta a futuras pandemias y es muy probable que, si no cambia el rumbo, esté expuesta a pandemias con mayor frecuencia. Me gustaría que aprendiésemos la lección, teniendo que cuenta que no estamos enfrentando la peor situación. Aunque sí que es cierto que hay veces en que se cumple una norma no escrita de la virología, pero es habitual, y es que normalmente los virus más agresivos son menos contagiosos. Los virus menos agresivos tienen más facilidad para que sus hospedadores hagan una vida normal y contagien a otros hospedadores. A lo mejor, vivamos futuras pandemias con virus más agresivos, pero menos contagiosos. En cualquier cosa, tendríamos que tomar nota de esta situación para evitar medidas que eviten el surgimiento de nuevas pandemias y, si surgen, tomar rápido medidas que nos ayuden a apaciguarlas cuanto antes, mitigar sus efectos. Ya mucho que la humanidad no vivía una pandemia, ojalá esta nos sirva de lección para que sepamos reaccionar rápido.

Tan acelerado como el nuevo coronavirus ha corrido la desinformación. ¿Por qué son tan populares los bulos científicos? ¿Qué podemos hacer para contrarrestarlos?

Se han juntado varios factores. En primer lugar, vivimos una época de súper información y es muy fácil no solo recibirla, sino crearla. La información ha dejado de estar en manos exclusivos de medios de comunicación, lo cual creo que es un retroceso. Los medios tenían y tienen un código deontológico, que los lleva a contrastar sus informaciones. Hoy en día, cualquier persona con acceso a internet puede hacer la labor de informador si suficientes personas le escuchan, y esa persona no tiene por qué tener el mismo código de un periodista.

Por un lado, estamos en una sociedad en que es muy fácil confundir información veraz con opinión. Eso ha ido asociado a una época en la que llevamos décadas de situaciones favorables que nos han permitido mostrar una cierta relajación hacia el papel de la ciencia. Como especie, la humanidad ha vivido creyendo que era solvente para reaccionar de forma positiva y sobreponerse a cualquier problema. Nos sentíamos de alguna manera muy poderosos, hacía mucho que la humanidad no se sentía débil, porque vivíamos un mundo, o gran parte al menos, que teníamos a nuestro acceso la realidad y la virtualidad. Teníamos el mundo en nuestro móvil. Y se nos había olvidado que somos una especie más en el planeta, orgánica y expuesta. Entonces, habíamos dado un poco la espalada a la realidad y con ello a la ciencia. No teníamos miedo a nada. Estoy exagerando, pero un poco sí que pecábamos de no mostrar debilidad ni humildad. Entonces se nos había olvidado lo importante que es el conocimiento riguroso.

Se había dado la espalda a la ciencia como forma objetiva de describir la realidad y a eso se había sumado a otra forma subjetiva de ver la realidad, que no es a través del periodismo, sino la opinión y las redes sociales. Entonces estamos en una especie de tormenta perfecta de irrealidad, donde todo el mundo se cree capacitado para ofrecer soluciones. No se esperan escuchar las voces de los científicos ni de los periodistas. Casi cualquier persona se ha sentido capaz de expresarse como si fuera un periodista o científico. Eso explica en parte que vivamos un momento tan confuso. Un montón de gente se ha subido a un púlpito a hablar como si realmente su opinión fuese tan valiosa como la de una persona que realmente contrasta la información. Eso está haciendo mucho daño. Ese es el otro virus.

“Un día en la vida de un virus” fue escrito durante la cuarentena. Una vez pasada esta pandemia, ¿agregarías algún tema a este libro?

Sí me gustaría añadir capítulos posteriores. En el libro, trato de hacer un recorrido utilizando un virus creado para el libro para poder explicar cómo puede aparecer un virus e ir propagándose hasta generar una pandemia en la humanidad. Pero no he utilizado el coronavirus ni otro en particular para poder describir todos los elementos. Es como si fuese un cuento. Me gustaría añadir unos capítulos que sería: cómo es la vida unos cuantos años después de una pandemia. Hablar de que la humanidad ha empezado a prestar más atención a la ciencia, a las advertencias de futuros problemas a medio plazo (como las pandemias o el cambio climático), y esa humanidad se ha dado cuenta de que muchos de sus hábitos están promoviendo los futuros desastres. Y me gustaría que hubiese un capítulo en el que pudiera contar —y fuese verdad— que la humanidad ha decidido tener en cuenta no solo lo que nos va a pasar mañana, sino dentro de diez años, y prevenir esos desastres ya que tenemos la suerte de tener información que nos advierte de que están a la vuelta de la esquina. Por ejemplo, las advertencias de que la temperatura media global va a subir 2 grados y eso va a suponer unos problemas gravísimos en todo el contexto planetario. Me gustaría contar un capítulo que, después de la situación de shock, se ha tenido en cuenta esa amenaza. Eso no está en el libro, porque no se parece a lo que estamos viviendo. Y me gustaría escribir un libro que fuese de ese corte tan optimista y no sea utópico.

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