En la compañía alemana Ottobock son capaces de reconocer la diferencia entre los atletas de países ricos y pobres, pero aseguran: "Aquí utilizamos el mismo material para todos".
Cuando los deportistas paralímpicos tienen problemas con sus prótesis o con la silla de ruedas, saben muy bien donde ir: un amplio taller de reparaciones en plena villa de los atletas en Río de Janeiro. "De verdad parece como si fuera un hospital para las prótesis", señala sonriente el atleta peruano José Luis Casas, un exmilitar amputado de la pierna izquierda, mientras espera su turno.
Su historia. Decenas de sillas de ruedas están en línea para ser ajustadas en el amplio hangar montado por la compañía alemana Ottobock, número uno mundial en prótesis y reparadora oficial en los Juegos Paralímpicos desde 2004.
Desde Seúl 1988 que la firma alemana colabora con el movimiento paralímpico. Desde los Juegos de Atenas que se convirtió en el reparador oficial de los Juegos Paralímpicos, tanto de verano como de invierno.
Unos 300 pies plásticos, 70 láminas de carbono, miles de tornillos, clavos y pernos... la compañía alemana envió toneladas de material y desplegó a 77 técnicos de una treintena de países para los Juegos de Río. De manera gratuita e independientemente de la marca, los técnicos ajustan, vuelven a soldar, reparan y a veces hasta reemplazan el material dañado.
"Recibimos muchas sillas después de los partidos de rugby y de básquetbol, que son deportes más violentos. Aunque también llegan las sillas del día a día, más utilizadas", explica a la AFP una de las encargadas de prensa de la compañía.
Solución rápida. El esgrimista italiano Alberto Andrea Pellegrini, con una pierna amputada, llega en busca de protección para evitar que su miembro sufra cortes durante la competición. "Siempre necesito alguna cosa. En cada edición que participo siempre tienen de todo aquí", relata el deportista, medallista paralímpico en nueve ocasiones.
El tiempo de espera es de entre 30 y 45 minutos, según el técnico estadounidense Derek Johnson, enviado estos días a Río. "Cuando llegan aquí los atletas necesitan ayuda. Primero evaluamos sus necesidades y en seguida estimamos el tiempo que nos tomará el proceso de reparación", explica.
Y hay que hacerlo rápido: "Ellos nos confían su medio de desplazamiento, su herramienta para ganar", añade.
Nadie se aburre. Mientras esperan, sin sus prótesis, pueden divertirse con algunos de los juegos que hay dispuestos sobre las mesas. Otros toman fotos con sus teléfonos o cámaras para inmortalizar este momento en que sus miembros artificiales están siendo "operados".
Desde el inicio de esta edición de los Juegos Paralímpicos de verano, el 5 de septiembre, Ottobock ya realizó más de 1.200 reparaciones. Los juegos terminarán el 18 de septiembre. AFP
Comparte esta noticia