En medio de la conmoción de un desastre, la familia de Marcelino Tello, recién casado al momento de la tragedia, ha sabido hacerse fuerte y ha llegado a festejar un título que se celebra así en la tierra como en el cielo.
¿Cuántas veces se puede visitar la escena de un crimen sobre ruedas? Cada mirada, cada nueva fuente aporta un detalle, corrige alguna distorsión. Aunque el resultado sea el mismo: 24 muertos arrollados por el tren de Ascope, la noche del domingo 5 de julio de 1953, doce de ellos jugadores del Juan Aurich.
Ya habíamos anticipado que el encuentro entre el Juan Aurich y el Ramblar de Salaverry, a jugarse ese domingo en el Mansiche, había sido promovido como el match del siglo. Los ágiles del Ciclón fletaron un bus desde Chiclayo y llegaron, flor de optimismo, a la una y media de la tarde al hotel Comercio de Trujillo.
A las cuatro de la tarde la reina de Trujillo Lidia Mantilla (acaso pariente de Maju) dio el play de honor ante más de diez mil espectadores y el Aurich, metido y encarador, abrió el marcador con gol de Ramírez. Luego anotó Rodrich y Marcelino Tello consiguió el gol de la tranquilidad. Era volante por fuera y a veces volante central. No era para él usual anotar, pero el pase le quedó servido a Marcelino Tello. Se perfiló y definió con clase. También fue el último gol de su vida.
Marcelino Tello era de Chiclayo y aparentemente se mostró con la seda del Aviación, aunque otras fuentes lo tienen registrado también en las filas del Jesús de Pimentel, en 1942, o en el Boca Juniors, futuro cuadro de Kike Casareto otro chiclayano ilustre.
Lo real es que Marcelino Tello llegó al Deportivo Municipal en 1947 y en 1950 participó en el Campeonato de Campeones de Santiago, suerte de torneo antecesor de la Libertadores. Ojo, solamente el Vasco da Gama pudo ganarle a ese Deportivo Municipal. Marcelino trabajaba en la Municipalidad. Pudo haber arreglado con el Tabaco pero el pase se frustró y en 1952 contrajo matrimonio. Hacía un mes que había firmado por el Aurich en su natal Chiclayo. Y adiós.
El triunfo del amor y de la vida
A menudo me han preguntado cuál de las múltiples historias individuales vinculadas a la tragedia de 1953 es la que más me ha conmovido. La reconstrucción de esta historia no termina, pero al presente la estampa que más me ha conmovido es la que usted y yo vamos a compartir en los siguientes segundos.
Vea nuevamente la foto, amable lector, corresponde a la portada de la Crónica del 6 de julio de 1953. Allí está la imagen reluciente del reciente matrimonio de Marcelino Tello. Allí está el crack besando a su esposa . Y la señora, mirando el infinito, parece esbozar con esa sonrisa el perfil indiscutido de un horizonte ininterrumpido.
Como para demostrar la existencia de la vida después de la muerte, el destino marcó una jugada entonces percibida como siniestra: Marcelino Tello se había marchado a otra vida dejando a su joven esposa embarazada.
Pues bien, 58 años después, a fecha 14 de diciembre de 2011 y tras haber logrado el Juan Aurich el título máximo con toda brillantez, un teléfono timbró en Chiclayo. Timbró de manera insistente y en nombre de la vida, timbró en nombre de la capacidad de los peruanos para sobreponerse a todo, timbró en nombre de la luz, en nombre de un sacrificio masivo que por fin coronaba en florecimiento, acaso en algo de redención.
Hasta que alguien contestó por fin el teléfono. Era una llamada de muy larga distancia a la señora Tello, flor de 94 años, una llamada de ese hijo que estaba en vientre cuando el sacrificio de 1953.
Mejor que lo cuente el propio Luis Tello, ese hijo no nacido entonces y remecido ahora por el título y el recuerdo de un padre al que no conoció. “Cuando campeonó el Aurich llamé muy emocionado a mi madre en Chiclayo, ella muy emocionada y llorando me hacia recordar esta tragedia. En aquella época yo no nacía y ella tenía 37 añitos, todo un recuerdo que quedará en su mente y en su corazón.!Vamos Aurich! ¡Vamos Campeon!“
Felicidades, don Marcelino Tello, allá en el cielo. Ya ve usted qué linda familia formó. Un saludo al Patrullero Gonzáles, a José Castañeda, al arquero Ugaz. Salúdelos a todos y acompáñenos en la Copa Libertadores porque el Ciclón los va a necesitar… (continuará)
Efraín Trelles
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