En las puertas del tribunal, cientos de personas siguieron la lectura de la sentencia desde pantallas gigantes y estallaron en gritos de alegría al escuchar las sentencias.
La justicia argentina concluyó un proceso emblemático con la condena al exdictador Jorge Rafael Videla a 50 años de cárcel por el robo sistemático de bebés durante la última dictadura militar comprendida entre 1976-1983.
Junto a Videla, primer gobernante del régimen de facto, se sentaron en el banquillo Reynaldo Bignone, último presidente de la dictadura, condenado a 15 años, y otros ocho represores sentenciados a penas de hasta 30 años.
La justicia consideró probada "la práctica sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de niños menores de 10 años", en el contexto de un "plan general de aniquilación" contra parte de la población civil con el argumento de acabar con la "subversión" durante la dictadura militar.
Sentados en primera fila del tribunal oral Número 6 de Buenos Aires, Videla, de 86 años, y Bignone, de 84, escucharon sin inmutarse los gritos de júbilo de víctimas y familiares que abarrotaban la sala tras el anuncio de la condena, que se suma a las penas de cadena perpetua que ya pesan en su contra por delitos de lesa humanidad cometidos durante el régimen de facto.
En las puertas del tribunal, cientos de personas siguieron la lectura de la sentencia desde pantallas gigantes y estallaron en gritos de alegría al escuchar las sentencias.
El juicio alcanza a 34 delitos de apropiación de hijos de mujeres que, en su mayoría, dieron a luz en los centros de detención de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), la guarnición militar de Campo de Mayo y el denominado Pozo de Banfield, en la periferia de Buenos Aires.
Durante el proceso, que comenzó en febrero de 2011 como resultado de una denuncia presentada hace más de quince años por Abuelas de Plaza de Mayo, se han sucedido los testimonios de víctimas y represores, como el propio Videla.
El exdictador negó un plan sistemático de robo de bebés y llegó a afirmar que las madres "eran militantes activas de las maquinarias del terrorismo y muchas de ellas usaron a sus hijos embrionarios como escudos humanos al momento de ser combatientes".
Entre las víctimas, Sara Méndez, detenida en 1976 en Buenos Aires por un comando que le arrebató a su hijo de 20 días.
Trasladada ilegalmente a Montevideo, estuvo presa cuatro años y medio y al recuperar la libertad se volcó en buscar a su hijo, a quien encontró en 2002 adoptado por un expolicía argentino.
El juicio se ocupó también del caso de Macarena, la nieta del poeta argentino Juan Gelman, que fue localizada en el año 2000 en Uruguay, donde nació mientras su madre estaba detenida, y que hoy se sumó a la celebración de las organizaciones humanitarias en Buenos Aires.
EFE
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