El folclorista más entrañable de Huancayo falleció en febrero último. Ahora, en su honor, se hará la muestra ´Legado e historia de Luis Cárdenas Raschio´.
Todavía recuerdo las largas conversaciones con Luis Cárdenas Raschio, en la tienda que regentaba en su casa de dos pisos, y que recibía a los visitantes con un letrero de tipografía muy tradicional: Artesanías del Centro.
Había nacido en 1933, en Huancayo, y trabajó por años en cosas diversas. Su oficio más memorable —o al menos, el que me relató en más ocasiones— fue en el diario Correo, en el área de fotografía.
Nadie tenía un archivo fotográfico como el suyo. Le complacía mostrarlo, explicarlo con todo detalle y calma, narrar la historia de cada foto, y tanto más, la historia de cada casona, cada personaje y detalle que aparecía en las viejas imágenes que él guardaba con cariño, con verdadera pasión.
Al morir, Cárdenas Raschio dejó un gigantesco caudal de objetos diversos acerca de la cultura en la región que recolectó y clasificó durante toda su vida. Se puede encontrar desde máscaras hasta vestuarios, y desde material arqueológico hasta documentos sobre tradiciones y relatos orales.
El arqueólogo Manuel Perales Munguía es de la opinión que, tras la muerte de Cárdenas Raschio, queda “la tarea de publicar todos sus escritos” y realizar “el registro, catalogación y conservación de todas sus colecciones de patrimonio documental y cultural mueble”.
No creo haber conocido a alma tan generosa y transparente como la suya, que recibía con la misma amabilidad a propios y extraños, y ante la primera pregunta sobre lo que más sabía, el folclor, iniciaba largos monólogos que entremezclados con anécdotas propias y ajenas descubrían el otro rostro de Huancayo, el de la sierra, un rostro antiguo, en proceso de desaparecer, en el que la tradición y las costumbres se llevaban a la vieja usanza.
Pero Luis Cárdenas Raschio no solo era un respetado investigador y gran conocedor del folclor. Fue también un eficiente gestor cultural, que en solitario hizo que una vieja costumbre, el “Pagapu Wanka”, sea reconocido por la nación.
Cuando abrió “Artesanías del Centro” —donde se podía encontrar objetos de toda índole que representaban la artesanía y el folclor de la región—, pudo iniciar una serie de muchos viajes, en los que "vendía sus creaciones e intercambiaba disfraces, máscaras, instrumentos, nacimientos e historias. Sus averiguaciones tuvieron tal eco que era invitado principal en congresos de danza y folclor en varias ciudades del país y el mundo. Llegó a ser director del Departamento del Folclor en la Casa de la Cultura y jurado indispensable en incontables concursos de danza”, a decir del periodista José Soriano Marín.
Hoy se le tiene como un personaje clave de la cultura regional, y los homenajes y menciones en su honor no se hacen esperar, como la muestra “Legado e historia de Luis Cárdenas Raschio”, que se hace como parte de las celebraciones por el Día Mundial del Folclor.
Como este, cualquier evento será un feliz pretexto para conocer más de él y para seguir honrando a aquel hombre que vio y vivió el folclor de esta vasta tierra llamada Huancayo.
Por Juan Carlos Suárez
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