El Partido Laborista obtiene 410 diputados en una cámara de 650 miembros; es decir, una amplia mayoría absoluta. Una victoria laborista de esa amplitud no se veía desde que Tony Blair llegó al poder hace 25 años.
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Los electores de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte se pronunciaron ayer de manera inapelable a favor del cambio. Según la encuesta a boca de urna hecha por IPSOS, el Partido Laborista obtiene 410 diputados en una cámara de 650 miembros; es decir, una amplia mayoría absoluta.
Una victoria laborista de esa amplitud no se veía desde que Tony Blair llegó al poder hace 25 años. En segundo lugar, queda el gobernante Partido Conservador que con solo 131 diputados sufre su peor derrota desde que fuera fundado en 1834.
De acuerdo con el sistema político británico, el líder del partido que dispone de la mayoría en la Cámara se convierte en el próximo primer ministro, por lo que se descuenta que Keir Starmer reemplace al conservador Rishi Sunak.
Todo opone a ambos políticos. Starmer, de origen popular, es un abogado especializado en Derechos Humanos, mientras que Sunak, de origen indio, es uno de los políticos más ricos del Reino Unido, donde se ha formado en las instituciones más características de la elite británica.
Starmer debe su victoria a su habilidad para posicionar al Laborismo en el centro izquierda del espectro político, evitando la imagen de un partido que sube los impuestos e incurre en gastos sin rigor fiscal. Starmer se ha comprometido también a no proponer el retorno de su país a la Unión Europea, de la que salió bajo inspiración de los conservadores.
Otra novedad de las elecciones es la entrada de 13 diputados del partido de derecha populista, Reforma, que promovió con demagogia y campañas de miedo el llamado BREXIT, es decir la salida de la Unión Europea.
El Reino Unido es una de las democracias más antiguas y estables del mundo. Quizás porque ha sabido vivir alternancias entre derechas e izquierdas moderadas. La victoria del partido de Starmer pone fin a catorce años de gobiernos conservadores, que sobre todo a partir de Boris Johnson dejaron el mal sabor de escándalos y ligereza. Ha llegado la hora del austero Starmer.
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