Cerca de 4.000 ballenas dejan la fría Antártida a finales de mayo y se acomodan en las cálidas aguas ecuatoriales para buscar condiciones propicias para su reproducción.
Las ballenas jorobadas visitan las costas ecuatorianas entre junio y septiembre de cada año y, durante su estancia, alborotan esta parte del océano Pacífico con un espectáculo que atrae a numerosos turistas.
Según el Ministerio de Turismo ecuatoriano, cerca de 4.000 ballenas dejan la fría Antártida a finales de mayo y se acomodan en las cálidas aguas ecuatoriales para buscar condiciones propicias para su reproducción, pues el mar de esta zona, amigable y no muy profundo, lo facilita.
Las costeras provincias de Manabí, El Oro, Esmeraldas y Santa Elena acogen a los cetáceos por los cuatro meses que permanecen en el Pacífico y, para que el viajero entre en contacto con ellas, en esas provincias se levanta una amplia plataforma turística.
En la localidad de Puerto López (Manabí) el avistamiento de ballenas se realiza oficialmente desde hace doce años y más de veinte operadoras ofrecen tours para la observación de los cetáceos y paseos por el Parque Nacional Machalilla (PNM), donde llegan más de 40.000 visitantes durante la temporada.
La visita a este parque incluye recorridos por lugares como la Isla Salango, el Bajo Cantagallo (zona de reproducción de ballenas) y la Isla de la Plata, cuya fauna y flora es similar a la del archipiélago de Galápagos, a unos mil kilómetros al oeste, donde se puede encontrar iguanas y piqueros de "patas azules".
Los tours de avistamiento se inician desde la mañana y pueden durar hasta cuatro horas, según el tiempo y suerte que se requiera para encontrar a las ballenas.
El jefe del departamento de Turismo de Puerto López, Angel Pincay, explicó a Efe que los cetáceos miden unos 16 metros, pueden pesar hasta 40 toneladas, y apuntó que el turismo en "temporada alta" copa "casi la totalidad" de la economía local.
Julio y agosto son los meses con mayor afluencia turística, según Pincay, y la mayoría de visitantes que llega hasta Puerto López proviene de Europa y Estados Unidos para ver a las 300 ó 400 ballenas que desfilan, coquetean y se elevan en esa porción de mar.
El presidente de la Asociación de Operadores Turísticos de Puerto López, Francisco Cárdenas, indicó que las embarcaciones turísticas ofrecen "todas las seguridades" y que los visitantes pueden acceder a otras posibilidades como la pesca o la observación de especies submarinas en zonas específicas del lugar.
Las ballenas, conocidas como "viajeras del sur", también llegan con su danza y aleteo cerca a las playas de Pedernales, otra localidad en Manabí, que "es el lugar más cercano para ver ballenas", según María Elena Reina, funcionaria de este municipio.
Para admirar a estos gigantes mamíferos marinos desde Pedernales "bastan 30 minutos mar adentro", comentó Reina, pues "el agua no es profunda" y eso permite "un avistamiento más rápido" de las ballenas, que paren una sola cría a la vez.
La provincia de Santa Elena también ofrece este atractivo en la zona costera de Salinas, que cuenta con una amplia infraestructura hotelera y desde donde se pueden contratar yates con guías especializados para observar a las jorobadas.
En las cálidas aguas ecuatoriales, según los científicos, estas ballenas necesitan hasta dos toneladas de comida al día, pues ese alimento les servirá para subsistir cuando retornen a la fría Antártida.
En Salinas también se puede admirar a las ballenas jorobadas sin tener que navegar mucho, pues su observación puede ocurrir a menos de tres kilómetros de la playa, precisa una información del Ministerio de Turismo.
Aunque estos cetáceos llegan también a la provincia de El Oro, la más austral de la costa ecuatoriana y fronteriza con Perú, su avistamiento es limitado, debido a que el archipiélago de Jambelí, lugar donde permanecen algunas ballenas, es un "área protegida y de tierra muy frágil", según informó Carmen Maldonado, jefa del departamento de Turismo del municipio de Santa Rosa.
Las autoridades locales esperan que más de 50.000 turistas, entre nacionales y extranjeros, lleguen a las costas ecuatorianas hasta septiembre para disfrutar de este espectáculo natural.
-EFE
Según el Ministerio de Turismo ecuatoriano, cerca de 4.000 ballenas dejan la fría Antártida a finales de mayo y se acomodan en las cálidas aguas ecuatoriales para buscar condiciones propicias para su reproducción, pues el mar de esta zona, amigable y no muy profundo, lo facilita.
Las costeras provincias de Manabí, El Oro, Esmeraldas y Santa Elena acogen a los cetáceos por los cuatro meses que permanecen en el Pacífico y, para que el viajero entre en contacto con ellas, en esas provincias se levanta una amplia plataforma turística.
En la localidad de Puerto López (Manabí) el avistamiento de ballenas se realiza oficialmente desde hace doce años y más de veinte operadoras ofrecen tours para la observación de los cetáceos y paseos por el Parque Nacional Machalilla (PNM), donde llegan más de 40.000 visitantes durante la temporada.
La visita a este parque incluye recorridos por lugares como la Isla Salango, el Bajo Cantagallo (zona de reproducción de ballenas) y la Isla de la Plata, cuya fauna y flora es similar a la del archipiélago de Galápagos, a unos mil kilómetros al oeste, donde se puede encontrar iguanas y piqueros de "patas azules".
Los tours de avistamiento se inician desde la mañana y pueden durar hasta cuatro horas, según el tiempo y suerte que se requiera para encontrar a las ballenas.
El jefe del departamento de Turismo de Puerto López, Angel Pincay, explicó a Efe que los cetáceos miden unos 16 metros, pueden pesar hasta 40 toneladas, y apuntó que el turismo en "temporada alta" copa "casi la totalidad" de la economía local.
Julio y agosto son los meses con mayor afluencia turística, según Pincay, y la mayoría de visitantes que llega hasta Puerto López proviene de Europa y Estados Unidos para ver a las 300 ó 400 ballenas que desfilan, coquetean y se elevan en esa porción de mar.
El presidente de la Asociación de Operadores Turísticos de Puerto López, Francisco Cárdenas, indicó que las embarcaciones turísticas ofrecen "todas las seguridades" y que los visitantes pueden acceder a otras posibilidades como la pesca o la observación de especies submarinas en zonas específicas del lugar.
Las ballenas, conocidas como "viajeras del sur", también llegan con su danza y aleteo cerca a las playas de Pedernales, otra localidad en Manabí, que "es el lugar más cercano para ver ballenas", según María Elena Reina, funcionaria de este municipio.
Para admirar a estos gigantes mamíferos marinos desde Pedernales "bastan 30 minutos mar adentro", comentó Reina, pues "el agua no es profunda" y eso permite "un avistamiento más rápido" de las ballenas, que paren una sola cría a la vez.
La provincia de Santa Elena también ofrece este atractivo en la zona costera de Salinas, que cuenta con una amplia infraestructura hotelera y desde donde se pueden contratar yates con guías especializados para observar a las jorobadas.
En las cálidas aguas ecuatoriales, según los científicos, estas ballenas necesitan hasta dos toneladas de comida al día, pues ese alimento les servirá para subsistir cuando retornen a la fría Antártida.
En Salinas también se puede admirar a las ballenas jorobadas sin tener que navegar mucho, pues su observación puede ocurrir a menos de tres kilómetros de la playa, precisa una información del Ministerio de Turismo.
Aunque estos cetáceos llegan también a la provincia de El Oro, la más austral de la costa ecuatoriana y fronteriza con Perú, su avistamiento es limitado, debido a que el archipiélago de Jambelí, lugar donde permanecen algunas ballenas, es un "área protegida y de tierra muy frágil", según informó Carmen Maldonado, jefa del departamento de Turismo del municipio de Santa Rosa.
Las autoridades locales esperan que más de 50.000 turistas, entre nacionales y extranjeros, lleguen a las costas ecuatorianas hasta septiembre para disfrutar de este espectáculo natural.
-EFE
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