"Mucha gente ha reducido sus aportaciones económicas, pero se ofrece a colaborar y trabajar de manera altruista', indicó la portavoz de la Coordinadora de ONG de Desarrollo.
Cientos de españoles dedican sus vacaciones de verano a apoyar el trabajo de las ONG trabajando de manera voluntaria en sus proyectos en países de América Latina, Asia y África, aunque este año son menos los que han podido viajar a causa de la crisis, según confirmaron varias organizaciones.
La crisis no ha debilitado el compromiso de la sociedad con las ONG, pero sí ha cambiado el tipo de apoyo que están dispuestos a dar, explica Yolanda Polo, portavoz de la Coordinadora de ONG de Desarrollo (ONGD).
"Mucha gente ha reducido sus aportaciones económicas, pero se ofrece a colaborar y trabajar de manera altruista, y los viajes al extranjero también se han reducido mucho porque cada voluntario tiene que pagarse su billete y manutención", señala.
La Coordinadora detalla que hay más de dos millones de españoles que apoyan económicamente la labor de las ONG y que unos 25.500 trabajan como voluntarios de las organizaciones, pero que no existen cifras de cuántos pueden pagar los más de 1.500 euros (casi 2.000 dólares) que cuesta trabajar durante el verano en un proyecto en el extranjero.
La ONG Ayuda en Acción desarrolla proyectos en Asia, África y América Latina, pero sólo envía voluntarios de verano a trabajar en proyectos latinoamericanos y ha notado el gran descenso.
"El número de voluntarios para viajar al extranjero a ayudar ha caído en picado", asegura la portavoz de Ayuda en Acción, Emilia Arias, quien confirma que normalmente la ONG envía entre 20 y 30 voluntarios cada verano para colaborar en sus proyectos en el extranjero, "pero este año no van más de diez".
También la ONG Solidaridad Internacional, que está involucrada en 150 proyectos de desarrollo por todo el mundo, envía voluntarios al extranjero todos los años.
Este agosto, tiene unos 60 españoles trabajando como voluntarios en 14 proyectos de cinco países, todos de Latinoamérica, y en julio envió a otros 40.
Una de ellas es Angela Gutiérrez, una funcionaria del Ministerio español de Economía y Hacienda, que viajó la semana pasada a Perú para trabajar durante tres semanas en un proyecto de promoción de las capacidades de la mujer.
"Podré ir de turismo el resto de mi vida, pero ahora que estoy bien y no tengo ataduras personales ni profesionales, quiero ver la realidad y aportar un granito de arena para mejorarla", explica.
También Sergio González y su mujer Ana Martín de Rosales, ambos profesionales de 35 años, se han ofrecido voluntarios para apoyar sendos proyectos de Solidaridad Internacional.
Desde el Aeropuerto de Madrid-Barajas, antes de embarcar con destino a Guatemala, González apunta que se trata de "devolver algo de todo lo bueno que nos ha tocado a nosotros y echar una mano a personas que lo tienen más difícil".
Otra organización que depende en buena medida de los voluntarios que llaman a su puerta dispuestos a ayudar son las Misioneras de la Caridad, orden fundada por la Madre Teresa de Calcuta, que cuenta con centros en grandes ciudades de los cinco continentes.
Sin duda, los más conocidos son los centros para enfermos terminales que la orden regenta en Calcuta y hasta allí llegan diariamente decenas de voluntarios dispuestos a colaborar de forma desinteresada en el cuidado y atención de los enfermos.
Las páginas web que informan sobre el voluntariado con las Misioneras de la Caridad no son oficiales de la orden, sino de voluntarios de años pasados o de organizaciones como Indiga, que sirve como centro de información para quienes quieran viajar a la India para ayudar.
Es el caso de Almudena, una periodista de Madrid, y sus cuatro amigas que han decido pasar su mes de vacaciones en Calcuta trabajando en los centros de las Misioneras de la Caridad donde se se atiende a enfermos terminales, leprosos, tuberculosos, niños deficientes, con malformaciones o abandonados.
"Colaboramos como voluntarias de vez en cuando en Madrid, pero este verano hemos decidido dedicarlo a hacer algo útil por los demás, que seguro que nos viene bien a nosotras también", asegura.
"La jornada comienza a las seis de la mañana; les damos el desayuno, se les lava, se les viste con ropa limpia, se les administran los medicamentos y se les da la comida del mediodía, además de atender todas las tareas de limpieza de las casas", detalla Almudena antes de añadir que, "sobre todo, se intenta estar con aquella gente y transmitirles un poco de cariño a la vez que te impregnas de su humanidad".
-EFE
La crisis no ha debilitado el compromiso de la sociedad con las ONG, pero sí ha cambiado el tipo de apoyo que están dispuestos a dar, explica Yolanda Polo, portavoz de la Coordinadora de ONG de Desarrollo (ONGD).
"Mucha gente ha reducido sus aportaciones económicas, pero se ofrece a colaborar y trabajar de manera altruista, y los viajes al extranjero también se han reducido mucho porque cada voluntario tiene que pagarse su billete y manutención", señala.
La Coordinadora detalla que hay más de dos millones de españoles que apoyan económicamente la labor de las ONG y que unos 25.500 trabajan como voluntarios de las organizaciones, pero que no existen cifras de cuántos pueden pagar los más de 1.500 euros (casi 2.000 dólares) que cuesta trabajar durante el verano en un proyecto en el extranjero.
La ONG Ayuda en Acción desarrolla proyectos en Asia, África y América Latina, pero sólo envía voluntarios de verano a trabajar en proyectos latinoamericanos y ha notado el gran descenso.
"El número de voluntarios para viajar al extranjero a ayudar ha caído en picado", asegura la portavoz de Ayuda en Acción, Emilia Arias, quien confirma que normalmente la ONG envía entre 20 y 30 voluntarios cada verano para colaborar en sus proyectos en el extranjero, "pero este año no van más de diez".
También la ONG Solidaridad Internacional, que está involucrada en 150 proyectos de desarrollo por todo el mundo, envía voluntarios al extranjero todos los años.
Este agosto, tiene unos 60 españoles trabajando como voluntarios en 14 proyectos de cinco países, todos de Latinoamérica, y en julio envió a otros 40.
Una de ellas es Angela Gutiérrez, una funcionaria del Ministerio español de Economía y Hacienda, que viajó la semana pasada a Perú para trabajar durante tres semanas en un proyecto de promoción de las capacidades de la mujer.
"Podré ir de turismo el resto de mi vida, pero ahora que estoy bien y no tengo ataduras personales ni profesionales, quiero ver la realidad y aportar un granito de arena para mejorarla", explica.
También Sergio González y su mujer Ana Martín de Rosales, ambos profesionales de 35 años, se han ofrecido voluntarios para apoyar sendos proyectos de Solidaridad Internacional.
Desde el Aeropuerto de Madrid-Barajas, antes de embarcar con destino a Guatemala, González apunta que se trata de "devolver algo de todo lo bueno que nos ha tocado a nosotros y echar una mano a personas que lo tienen más difícil".
Otra organización que depende en buena medida de los voluntarios que llaman a su puerta dispuestos a ayudar son las Misioneras de la Caridad, orden fundada por la Madre Teresa de Calcuta, que cuenta con centros en grandes ciudades de los cinco continentes.
Sin duda, los más conocidos son los centros para enfermos terminales que la orden regenta en Calcuta y hasta allí llegan diariamente decenas de voluntarios dispuestos a colaborar de forma desinteresada en el cuidado y atención de los enfermos.
Las páginas web que informan sobre el voluntariado con las Misioneras de la Caridad no son oficiales de la orden, sino de voluntarios de años pasados o de organizaciones como Indiga, que sirve como centro de información para quienes quieran viajar a la India para ayudar.
Es el caso de Almudena, una periodista de Madrid, y sus cuatro amigas que han decido pasar su mes de vacaciones en Calcuta trabajando en los centros de las Misioneras de la Caridad donde se se atiende a enfermos terminales, leprosos, tuberculosos, niños deficientes, con malformaciones o abandonados.
"Colaboramos como voluntarias de vez en cuando en Madrid, pero este verano hemos decidido dedicarlo a hacer algo útil por los demás, que seguro que nos viene bien a nosotras también", asegura.
"La jornada comienza a las seis de la mañana; les damos el desayuno, se les lava, se les viste con ropa limpia, se les administran los medicamentos y se les da la comida del mediodía, además de atender todas las tareas de limpieza de las casas", detalla Almudena antes de añadir que, "sobre todo, se intenta estar con aquella gente y transmitirles un poco de cariño a la vez que te impregnas de su humanidad".
-EFE
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