David Carrick, de 48 años, que trabajaba para una unidad especial de protección a parlamentarios y diplomáticos extranjeros, reconoció 24 cargos de violación a 12 mujeres entre 2003 y 2020.
La justicia inglesa condenó el martes a cadena perpetua, con más de 30 años de reclusión obligatoria, a un exagente londinense que cometió decenas de violaciones durante 17 años, en un nuevo escándalo que agrava la crisis de confianza en la policía británica.
David Carrick, de 48 años, que trabajaba para una unidad especial de protección a parlamentarios y diplomáticos extranjeros, reconoció 24 cargos de violación a 12 mujeres entre 2003 y 2020, y otros tantos de agresiones y detención ilegal.
Pero algunos conciernen delitos múltiples, sumando casi medio centenar de violaciones.
"Se comportó usted como si fuera intocable", "confiando en que ninguna víctima superase su vergüenza y su miedo para denunciarlo", afirmó la jueza Bobbie Cheema-Grubb.
Lo condenó a 36 cadenas perpetuas y no podrá pedir la libertad condicional antes de cumplir 30 años y 239 días de reclusión, precisó, subrayando "una decadencia espectacular para un hombre encargado de defender la ley".
Carrick, que escuchó la sentencia cabizbajo y con los ojos cerrados, utilizó su posición para ganarse la confianza de sus víctimas, a las que violó durante meses, en algunos casos años.
Las llamaba "esclavas", las controlaba financieramente y las aislaba de sus allegados. Las encerraba en un pequeño armario bajo las escaleras de su casa durante horas sin comida.
"Le gustaba humillarlas y se servía de su posición profesional para dejarles claro que era inútil buscar ayuda porque nadie las creería", había declarado el inspector jefe de la policía Iain Moor.
Durante las vistas, la fiscalía hizo un desgarrador recuento de sus "sistemáticas" agresiones a unas mujeres que "ya no confían en la policía".
A una la conoció en un bar en 2003, le garantizó que estaría segura con él, antes de ponerle una pistola en la cabeza y violarla repetidamente.
Otra, que conoció en una web de citas, describió a un "monstruo" borracho que la obligaba a realizar tareas domésticas desnuda.
Una tercera relató que le pegaba con un látigo, la silbaba como a un perro y la trataba como a un objeto que "le pertenecía y debía obedecerle".
Crisis de confianza
Carrick, destituido del cuerpo, admitió "plena responsabilidad por lo que hizo", afirmó su abogado, Alisdair Williamson. Pero según la jueza no expresó remordimientos.
Este caso provocó una nueva conmoción en el Reino Unido dos años después del asesinato de la ejecutiva londinense Sarah Everard, de 33 años, también a manos de un agente y mermó gravemente la confianza en la policía británica.
La subcomisaria de Scotland Yard, Barbara Gray, pidió "disculpas a las mujeres que sufrieron a manos de David Carrick" alabando su valentía al decidir testificar.
"Deberíamos haber detectado su comportamiento y, como no lo hicimos, perdimos oportunidades de apartarlo" del cuerpo a tiempo, agregó. El caso fue remitido al organismo de control interno para que investigue lo ocurrido.
Durante las vistas se supo que la policía londinense había tenido conocimiento de varias acusaciones de violación, violencia doméstica y acoso contra el agente, pese a lo cual no se le impusieron sanciones penales ni medidas disciplinarias hasta su detención en 2021 a raíz de una primera denuncia.
La otrora reputada Policía Metropolitana ha sufrido duras críticas en los últimos años sobre la conducta de sus agentes, especialmente desde el secuestro, violación y asesinato de Everard, en el sur de Londres en marzo de 2021 por Wayne Couzens, que también trabajaba en la brigada de protección diplomática.
Este caso, que estremeció al Reino Unido en pleno confinamiento contra la COVID-19, puso de manifiesto que la jerarquía policial no había prestado atención a las múltiples señales de alarma sobre el comportamiento inquietante de Couzens.
Un informe publicado en noviembre puso de manifiesto las deficiencias en la selección y el control de los agentes de la policía londinense, entre quienes se denunciaron comportamientos misóginos y sexistas.
La crisis de confianza es tan grave que la directora de una destacada escuela londinense pidió a sus profesores advertir a las alumnas de que "no permitan a un policía solo acercarse en ningún momento".
AFP
Comparte esta noticia