Sus dramáticos relatos al cumplirse 15 años de la tragedia
En Kobe, hay aproximadamente dos mil peruanos quienes se desarrollan en diversos campos. Muchos de ellos vivieron la terrible experiencia del terremoto de 1995. Y coinciden en que ese día "nacieron de nuevo". RPP pudo encontrarlos y conocer sus testimonios.
Guillermo Gonzáles tiene 60 años y reside en la zona de Higashinada. Llegó a Japón en 1990. Aquel día del sismo, como casi todos en Kobe, dormía en casa con su familia. Nuestro compatriota nos asegura que salvó milagrosamente de morir y que nunca vivió una experiencia como esa.
"Eran las 5 de la mañana, todos dormíamos y al empezar el terremoto, salimos a la calle. En el segundo piso estaba mi hija y parte del techo de su cuarto se vino abajo. La puerta se trabó y no había corriente eléctrica. No sabía si mi hija estaba viva así es que tuve que entrar a oscuras y a tientas le tome de la mano y bajamos. Fue un milagro que hayamos salido vivos", cuenta Guillermo.
Agregó que a partir de ese día, su vida cambió. Incluso dejó de trabajar y se convirtió en servidor voluntario en organizaciones que ayudan a damnificados por desastres naturales.
Su esposa Olga Inami asiente todo lo que Guillermo nos cuenta. Para ella, la catástrofe de Kobe fue "una horrenda experiencia. Recuerdo que se fue la luz. Estábamos desesperados porque no sabíamos cómo estaba nuestra pequeña hija. ¿Se imagina usted sin luz, a oscuras y con dos pequeños hijos? Ese día volvimos a nacer".
Rossana Oshiro tenía 25 años cuando ocurrió el sismo. Tenía pocos días en Kobe y no hablaba el idioma de éste país. Cuando empezó el terremoto sintió que era el fin del mundo.
'Quería salir de mi casa pero no podía por el movimiento de la tierra, era increíble. Finalmente, logré salir y un minuto después cayó la pared. Si nos quedábamos un minuto más, moríamos', recordó.
Pese a la tragedia, decidieron quedarse en Kobe porque se conmovieron e identificaron con la gran solidaridad que demuestran los habitantes de Kobe, incluso muchos connacionales desde aquel fatídico día, son voluntarios de diversas organizaciones de ayuda a damnificados por eventos como el de 1995.
Asimismo se muestran muy consternados por la tragedia de Haití y piden al mundo que no dejen de apoyar a la castigada nación centroamericana.
Por: Carlos Villarreal
Guillermo Gonzáles tiene 60 años y reside en la zona de Higashinada. Llegó a Japón en 1990. Aquel día del sismo, como casi todos en Kobe, dormía en casa con su familia. Nuestro compatriota nos asegura que salvó milagrosamente de morir y que nunca vivió una experiencia como esa.
"Eran las 5 de la mañana, todos dormíamos y al empezar el terremoto, salimos a la calle. En el segundo piso estaba mi hija y parte del techo de su cuarto se vino abajo. La puerta se trabó y no había corriente eléctrica. No sabía si mi hija estaba viva así es que tuve que entrar a oscuras y a tientas le tome de la mano y bajamos. Fue un milagro que hayamos salido vivos", cuenta Guillermo.
Agregó que a partir de ese día, su vida cambió. Incluso dejó de trabajar y se convirtió en servidor voluntario en organizaciones que ayudan a damnificados por desastres naturales.
Su esposa Olga Inami asiente todo lo que Guillermo nos cuenta. Para ella, la catástrofe de Kobe fue "una horrenda experiencia. Recuerdo que se fue la luz. Estábamos desesperados porque no sabíamos cómo estaba nuestra pequeña hija. ¿Se imagina usted sin luz, a oscuras y con dos pequeños hijos? Ese día volvimos a nacer".
Rossana Oshiro tenía 25 años cuando ocurrió el sismo. Tenía pocos días en Kobe y no hablaba el idioma de éste país. Cuando empezó el terremoto sintió que era el fin del mundo.
'Quería salir de mi casa pero no podía por el movimiento de la tierra, era increíble. Finalmente, logré salir y un minuto después cayó la pared. Si nos quedábamos un minuto más, moríamos', recordó.
Pese a la tragedia, decidieron quedarse en Kobe porque se conmovieron e identificaron con la gran solidaridad que demuestran los habitantes de Kobe, incluso muchos connacionales desde aquel fatídico día, son voluntarios de diversas organizaciones de ayuda a damnificados por eventos como el de 1995.
Asimismo se muestran muy consternados por la tragedia de Haití y piden al mundo que no dejen de apoyar a la castigada nación centroamericana.
Por: Carlos Villarreal
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