El Tribunal Supremo de Pakistán absolvió a esta madre, que pasó ocho años en prisión y a la esperanza de recibir la pena capital por “blasfemia”, entre protestas de islamistas que reclaman su ejecución.
Ha vivido aislada en una celda del corredor de la muerte durante ocho años, por defenderla dos políticos fueron asesinados y ha surgido un partido que pide su ejecución, pero la cristiana Asia Bibi ha sido declarada inocente, su condena a muerte fue anulada y será puesta en libertad. Así lo decidió este miércoles el Tribunal Supremo en un contundente veredicto en el que citó "graves contradicciones" en las pruebas de la acusación y "mentiras" en el testimonio de las dos mujeres que la denunciaron por haber supuestamente insultado al profeta Mahoma.
"Creo que se ha hecho justicia", dijo a la agencia Efe el abogado de Asia Bibi, Saif ul Malook, quien se ha jugado la vida defendiéndola. El caso de esta mujer de 48 años, acusada en 2009 de insultar al profeta y condenada en 2010 a la horca, ha creado una onda expansiva que aún sacude Pakistán y ella misma se ha convertido en un símbolo tanto para grupos de derechos humanos como para islamistas.
Los organismos de derechos humanos consideran que el principal delito por el que la condenaron fue el hecho de ser cristiana, convirtiéndose en un símbolo de la opresión que sufren las minorías religiosas en el país, donde el 96 % de la población es musulmana. El veredicto del Supremo representa, sin embargo, un símbolo de esperanza.
El delito de blasfemia
"Se ha hecho justicia y es un ejemplo de que la justicia es igual para todos los ciudadanos sin importar sus creencias", remarcó hoy a Efe el padre Joseph Coutts, de 73 años, al que el pasado junio el papa Francisco nombró cardenal. Recientemente, Coutts había afirmado en una entrevista con Efe que por casos como el de Bibi los cristianos se sienten inseguros en Pakistán, una minoría que supone apenas cuatro millones de los 207 millones de paquistaníes.
El cardenal calificó la ley de la blasfemia como "peligrosa" y que se ha usado de "manera errónea desde que se introdujo". Los datos le secundan.
Desde 1986, se han producido al menos 1.470 casos, la mitad de ellos contra miembros de las minorías religiosas que representan un 4 % de la población del país, según la Comisión Nacional para la Justicia y la Paz, un grupo de derechos humanos de la Conferencia de Arzobispos Católicos de Pakistán. Además, al menos 53 personas relacionadas con casos de blasfemia, entre ellas acusados liberados por tribunales, abogados defensores o familiares de los supuestos blasfemos, han sido asesinados por turbas.
Exigen su ejecución
Para los islamistas, Asia Bibi es una "blasfema" que debe ser ahorcada, un grito de guerra que se han repetido durante los últimos años. Este mismo miércoles, tras la absolución de Bibi, miembros del partido islamista Tehreek-e-Labbaik Pakistan (TLP) se han echado a la calle para protestar la decisión en varias ciudades. En urbes como Lahore, capital de la provincia del Punyab, y Karachi, centro económico del país en el sur, han cortado carreteras y dificultado el transporte.
Uno de los líderes del TLP, Afzal Qadri, ha pedido que los tres jueces sean asesinados. El TLP fue fundado precisamente para defender la ley de la blasfemia tras la ejecución de Mumtaz Qadri, un extremista condenado por matar al antiguo gobernador de la provincia del Punyab Salman Tasir en 2011, que reclamaba cambios en la legislación y la defensa de Asia.
Qadri disparó 28 disparos a Tasir, el hombre a quien debía proteger como su guardaespaldas, en un céntrico mercado de Islamabad. El islamista fue ejecutado en 2016 y a su entierro en Rawalpindi acudieron miles de personas que lo despidieron con pétalos de rosas. Ahora, descansa en un templo construido en su honor a las afueras de la capital. Un ministro cristiano de Minorías, Shahbaz Bhatti, también pagó con su vida la defensa de Bibi y fue acribillado en la puerta de su casa en 2011.
El futuro incierto de Asia Bibi
Ante el miedo a ser envenenada, Bibi acostumbraba durante los primeros años en prisión a cocinar ella misma su comida, salía poco de su celda y pasaba el tiempo bebiendo té. Además, las visitas eran escasas durante esos primeros años, aunque más tarde los permisos de visita para su marido aumentaron.
Ahora, tras casi una década en prisión, la salud de la cristiana no es buena, reveló a Efe una fuente de la prisión en la que está encarcelada, que evitó dar más detalles. A la espera de que sea liberada, miembros del entorno de Asia Bibi han afirmado a medios locales que ni ella, ni su marido, ni sus cinco hijos pueden vivir ya en Pakistán: serían asesinados como tantos otros.
EFE
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