La sentencia se conoce en plena crisis diplomática entre Pekín y Ottawa tras la detención de la directora financiera de Huawei en Canadá.
Un tribunal chino condenó a muerte al canadiense Robert Lloyd Schellenberg por un delito de tráfico de drogas, una sentencia que se conoce en plena crisis diplomática entre Pekín y Ottawa tras la detención de la directora financiera de Huawei en Canadá.
La agencia estatal de noticias Xinhua anunció la sentencia y señaló que todos los bienes del acusado han sido confiscados, sin proporcionar más detalles del juicio sobre el que se había generado gran expectación después de que se ordenara a finales de diciembre repetir el proceso, al considerar demasiado poco severa la pena impuesta de 15 años por el Tribunal Popular de Dalian, en el noreste.
Entonces, el fiscal del caso recurrió la sentencia al asegurar que "las pruebas sugerían que Schellenberg había estado probablemente involucrado en tráfico internacional de drogas y desempeñado un papel clave en el tráfico de narcóticos", por lo que finalmente el tribunal decidió repetir el juicio.
Tensión diplomática
Según el Código Penal chino, cualquier persona que trafique, importe, transporte o manufacture opio en cantidades mayores a un kilo, o heroína en cantidades mayores a 50 gramos u otros narcóticos en grandes cantidades, deberá ser sentenciado a 15 años de cárcel, cadena perpetua o muerte, además de confiscársele sus bienes.
En diciembre de 2009, China ejecutó al ciudadano británico Akmal Shaikh por traficar con más de cuatro kilos de heroína.
El juicio se ha celebrado en un momento en el que las relaciones diplomáticas entre China y Canadá atraviesan momentos de gran tensión, después de que Canadá detuviera, el pasado 1 de diciembre, a la directora financiera de la empresa tecnológica china Huawei, Meng Wanzhou, a petición de Estados Unidos.
En aparente represalia, China arrestó días después a un exdiplomático y a un empresario canadienses aunque, mientras Meng disfruta ahora de libertad bajo fianza, ambos continúan bajo custodia policial en China.
EFE
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