El presidente de los Estados Unidos que no logró ser reelegido, a diferencia de sus tres predecesores -Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton-, adoptó una postura muy dura desde el día de las elecciones, prometiendo una gran batalla judicial.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, despidió el martes al más alto funcionario de seguridad electoral del país, que rechazó las denuncias del mandatario sobre un presunto fraude "masivo" en las recientes elecciones.
Dos semanas después de los comicios en los que fue derrotado por el demócrata Joe Biden, el mandatario republicano sigue asegurando que ganó y afirma, sin ninguna prueba, que hubo irregularidades en las presidenciales.
Las agencias encargadas de la seguridad electoral le llevan la contraria y consideran que estos comicios fueron "los más seguros de la historia de Estados Unidos".
El desencuentro entre el presidente y esos organismos se saldó con el despido de Chris Krebs, el director de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA), que en los últimos días se había dedicado a negar las acusaciones de fraude electoral de Trump.
"La reciente declaración de Chris Krebs sobre la seguridad de las elecciones de 2020 fue muy inexacta, ya que hubo muchas cosas inapropiadas y fraude", tuiteó Trump.
"Por lo tanto, con efecto inmediato, Chris Krebs ha sido destituido", escribió. "Ha sido un honor servir. Lo hicimos bien", reaccionó en Twitter Krebs, quien según reportes de prensa había dicho a sus amigos la semana pasada que esperaba ser despedido.
“Patético”
La oposición demócrata criticó inmediatamente al presidente por la destitución del funcionario. "Es patético, pero tristemente previsible, que el mantenimiento y la protección de nuestros procesos democráticos sean una causa de despido", denunció el líder demócrata del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Adam Schiff.
También el senador republicano Richard Burr, quien hasta hace poco presidía ese comité, dijo que Krebs y su equipo "trabajaron diligentemente para fortalecer la infraestructura electoral, resolver vulnerabilidades y construir confianza entre los gobiernos federal y estatales".
Trump, que no logró ser reelegido, a diferencia de sus tres predecesores -Barack Obama, George W. Bush y Bill Clinton-, adoptó una postura muy dura desde el día de las elecciones, prometiendo una gran batalla judicial.
Desde que los medios estadounidenses anunciaron la victoria de Biden el 8 de noviembre, la mayoría de los dirigentes del planeta felicitaron al presidente electo, demostrando que no se tomaban en serio las acciones judiciales emprendidas por el equipo de Trump.
A falta de pruebas de un fraude electoral, la mayoría de esos recursos judiciales ya han sido rechazados por los tribunales.
AFP
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