El cetáceo fue protagonista del documental Blackfish, que denunció el maltrato que sufren estos animales al servicio del espectáculo.
La orca Tilikum, del SeaWorld de Orlando, famosa por la muerte de su entrenadora en 2010 y sobre el que giró el polémico documental Blackfish, murió ayer a los 36 años a consecuencia probablemente de una infección respiratoria que había minado su salud.
"La familia del SeaWord está profundamente entristecida al tener que anunciar que una de sus orcas más conocidas, Tilikum, murió temprano en la mañana rodeada de los entrenadores, veterinarios y personal que le dieron la mejor atención médica", señaló el SeaWorld en un comunicado de prensa.
La salud de Tilikum se había ido deteriorado desde hacía casi un año. El parque había informado ya en marzo de 2016 de que, por el tamaño que tenía cuando fue capturada en 1983, el animal estaba muy cerca del límite de la esperanza de vida de las orcas machos.
El parque Seaworld de Orlando, en el centro de Florida, resaltó en el comunicado que Tilikum "había sufrido problemas de salud muy graves", aunque la "causa oficial de su muerte no se determinará hasta que se complete la necropsia".
El Seaword añadió que la "vida de Tilikum siempre estará inextricablemente ligada a la pérdida de nuestra querida amiga y colega Dawn Brancheau", entrenadora que en 2010 y en medio de un espectáculo, fue agarrada de la cabellera por esta orca y arrastrada al fondo del tanque en el que se encontraban. La mujer murió asfixiada, según el informe forense.
Según se informó entonces, el cetáceo llegó al parque de diversiones de Orlando con antecedentes de haber atacado fatalmente a una entrenadora en Canadá y en 1999 un hombre apareció muerto sobre la espalda de Tilikum tras entrar durante la noche el tanque de la orca.
La polémica. El incidente mortal dio nuevo impulso a la controversia sobre las orcas asesinas y los parques temáticos de este tipo, a la que se sumó la denuncia trasladada a la gran pantalla por el documental Blackfish, de la cineasta Gabriela Cowperthwaite, estrenado en 2013, contra del maltrato animal y el cautiverio de los animales al servicio del espectáculo.
La polémica generada Blackfish supuso una merma considerable de visitantes para la compañía, que se vio obligada a despedir cerca de 300 empleados en los últimos meses y a iniciar un cambio de modelo de negocio, centrado más en atracciones mecánicas.
SeaWorld precisó que el parque no ha recibido un cetáceo en estado salvaje en casi 40 años y que en marzo pasado anunciaron el "fin del programa de cría de orcas", lo que convierte a las ballenas actualmente en cautividad en el SeaWorld en la "última generación de orcas bajo cuidado humano". (EFE)
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