Tras la medida del Gobierno de cerrar las discotecas ante la pandemia del nuevo coronavirus, jóvenes han apostado por las ‘free partys’: fiestas clandestinas de música electrónica. una moda que inició y desapareció en la década de 1990.
El cierre de las discotecas en París a causa del coronavirus y cierta permisividad de las autoridades han hecho reaparecer las 'free party', las fiestas clandestinas de música electrónica que desde los años 1990 habían desaparecido de la capital francesa.
El epicentro del fenómeno es el Bosque de Vincennes, un parque al este de la capital, fácilmente accesible en metro.Hay que caminar más de 15 minutos y seguir el rastro de la música electrónica, antes de llegar a una de las diez fiestas totalmente ilegales escondidas en medio del parque.
Algunas de estas 'free party' ,a las puertas de París, llegaron a tener en julio hasta mil participantes. "Empezó tímidamente. Poco a poco los colectivos empezaron a salir de casa en mayo, con las primeras fiestas discretas, no necesitamos gran cosa, sacar las bandejas para vinilos del salón, alquilar un generador y un amplificador e instalar luces audiorítmicas", dice por su parte, Antoine Calvino.
Responsable del colectivo Microclimat, Calvino fue uno de los primeros en poner sus bandejas en el parque desde mayo, cuando terminó el confinamiento.
"Con el fin del confinamiento, la presión era muy fuerte, las discotecas e incluso los bares estaban siempre cerrados y no había muchas alternativas para volver a ver a sus amigos e ir de fiesta", explica.
Pero la nueva vida secreta y nocturna del parque terminó siendo conocida. A mediados de julio la policía empezó a intervenir para dispersar las fiestas y confiscar el material de los organizadores.
El ayuntamiento de París, que gestiona los parques y jardines de la ciudad, reconoce que está "sorprendido por el alcance del fenómeno" y está intentando urgentemente encontrar una manera de controlarlo.
En la otra punta de París, los adeptos de la 'free party', con experiencia desde los años 1990 de fiestas celebradas en terrenos enfangados y con grandes equipos de música, están en plena preparación de un velada clandestina llamada "Transe ta Race".
Estos veteranos reciben a jóvenes, algunos neófitos en el mundo de las 'free party', que tienen la fama de proponer música electrónica radical (trance y dub) y de consumo de drogas.
El lugar de la fiesta se anuncia en última momento a través de un mensaje vocal. Para entrar en el lugar, hay que escalar un pequeño muro, sacarse la mascarilla, desinfectarse las manos y pagar diez euros por los gastos de organización y los de una posible multa.
Cinco policías en uniforme vienen al lugar antes de la fiesta, lanzan advertencias y confiscan algunos cigarrillos de marihuana, pero luego se van. La fiesta puede empezar.
AFP
Comparte esta noticia