Bárbara Coombes se entregó a la justicia británica para responder por homicidio. Había sido víctima de incesto y arrastraba un pasado muy doloroso.
Bárbara Coombes es una mujer británica de 51 años, protagonista de una historia que ha estremecido a toda Inglaterra por un crimen que trató de mantener en secreto durante más de una década, pero que no pudo seguir callando al sentir sus fuerzas languidecer.
Era una mañana, en un tranquilo barrio de Manchester (Inglaterra) cuando estaba haciendo unos arreglos en el jardín de su padre, se dirigió a la cocina y vio una caja sobre la mesa. Al abrirla, encontró unas fotografías que la enfermaron de horror y repulsión.
Según el Manchester Evening News, las imágenes eran recuerdos de su niñez, de las décadas en las que fue víctima de incesto en varias oportunidades por parte de su padre. El diario The Guardian, que citó la audiencia de la corte de Manchester, detalló que la mujer también fue usada como “esclava sexual”.
Cuando Coombes tenía menos de nueve años, su padre la llevó con engaños a un club de fotografía y la obligó a desnudarse para exponer sus genitales a varios hombres, quienes la fotografiaron. Coombes aseguró en la corte, que inclusive cuando tenía entre 40 y 50 años, su padre no la dejaba en paz y siguió acosándola.
"Pude sentir una nube negra aparecer sobre mí", dijo Coombes al comparecer en un tribunal. "En un momento de disgusto e incredulidad, recogí una pala con la que había estado trabajando y entré en la sala de estar donde estaba mi padre".
La Policía de Manchester confirmó que “ella tomó la pala y golpeó a Kenneth Coombes, de 87 años, en la cabeza. Cuando el anciano se volvió hacia ella, la mujer le volvió a golpear. Luego, con la afilada cuchilla de la pala, le incrustó en el cuello y lo contempló bañado en sangre hasta morir”.
Esta semana un magistrado de Manchester la sentenció a nueve años de prisión por el delito de homicidio. La mujer ahora tiene 63 años, una hija de 16 años y un matrimonio desecho. El juez, Timothy King, admitió ante Coombes que sabía que los años de abuso tuvieron un efecto "devastador" en ella. “Aun así” - replicó el juez- "la historia de abuso puede explicar, pero no justificar la muerte".
El cuerpo
El Evening News citó a Terry Sever, un vecino de Kenneth y éste comentó que el anciano simplemente desapareció, no tenía mucha cercanía con él como para preguntar a dónde se había ido, pero fue como si la tierra se lo hubiera tragado.
El crimen ocurrió hace 12 años. Las cosas comenzaron a tensarse cuando ella decidió entregarse. Entró en una estación de Policía y, sin ningún atisbo emocional, confesó haber matado a su padre y que escondió el cadáver varios metros bajo tierra en un jardín trasero de su casa. Dos días después, la policía encontró el cuerpo.
En todo este tiempo Bárbara, además de sufrir una depresión severa por las heridas de su infancia, sacó provecho de su difunto padre. Según la policía, ella recibió, de forma fraudulenta, más de 236.000 mil dólares en beneficios.
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