Aunque no sea candidato, la figura del expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva es muy fuerte en las elecciones presidenciales de ese país. Conozcamos por qué en la siguiente crónica.
El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva no es candidato a las elecciones de su país porque al estar preso fue impedido para postular. Sin embargo, su sombra ha rondado en toda la campaña y se proyectará sobre quien resulte el próximo gobernante brasileño.
Hace 8 años, Lula dejó Palacio de Gobierno con 87% de aprobación y fue tal su influencia que logró dejar a su ahijada política, Dilma Rousseff como sucesora. Este año, incluso luego de ser condenado a 12 años de cárcel por corrupción, lideraba la intención de voto para ser, por tercera vez, presidente.
Y aunque la situación judicial era adversa para él, continuó haciendo campaña en las calles y se posicionó como favorito. En el mes de abril fue a la cárcel para cumplir su sentencia. Quienes creían que desde ahí iba a ser invisible, se equivocaron.
Incluso encarcelado tiene apasionados partidarios, que lo identifican con las políticas que permitieron sacar a decenas de millones de personas de la pobreza. Solo un mes antes de las elecciones, presionado por la justicia electoral, hizo oficial la candidatura de Fernando Haddad para el partido de los trabajadores.
Pero Lula también cuenta con un ejército de detractores, que le achacan la mayor responsabilidad en los esquemas de corrupción en Petrobras, revelados por la operación Lava Jato. Muchos creen que será liberado mucho antes del final de su sentencia. Según juristas, en abril de 2020 podría pasar a un régimen semiabierto y solo dormir en prisión y, dos años después, quedar bajo arresto domiciliario.
Lula, sin embargo, enfrenta otras cinco causas judiciales, aunque se declara inocente en todas. Y aun con todo lo que se le viene, la figura y el poder del expresidente Lula parece a prueba de balas y condenas.
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