Esta rana de árbol, que fue bautizada en honor a un científico, fue descubierta por investigadores en la Cordilla del Cóndor.
(Agencia N+1 / Daniel Meza). Una peculiar rana de árbol fue descubierta en la Cordillera del Cóndor, ubicada entre Ecuador y Perú. La nueva especie fue descrita en un estudio publicado en la revista ZooKeys.
La cordillera del Cóndor es una cadena montañosa oriental de la cordillera de los Andes que es compartida y forma parte de la frontera internacional entre Ecuador y el Perú. Se extiende 150 km aproximadamente de norte a sur y tiene una altitud máxima de 2.900 msnm aproximadamente.
Por décadas, la geografía y las disputas políticas sobre el territorio, la región ha permanecido inaccesible, pero actualmente los científicos están ingresando cada vez más. El ingreso de los estudiosos trajo maravillosos descubrimientos, como esta adorable y extraña rana de árbol hallada en las laderas de una montaña a una altitud de más de 2.000 msnm.
Una especie particular
La rana tiene una tonalidad oscura algo gris, salpicadas de puntos amarillos o dorados para darles camuflaje entre el follaje, y entre algunos ejemplares rayada como un tigre. Además, sus patas delanteras tienen una característica inusual: una estructura en forma de garra en la base del pulgar, cuya función se desconoce. Podría usarse como protección contra los depredadores, o tal vez como un arma en peleas entre machos.
Los investigadores que la estudiaron pertenecen a la Universidad Católica de Ecuador quienes, liderados por el biólogo Santiago Ron, condujeron observaciones morfológicas y pruebas genéticas para determinar que la rana era en efecto una especie nueva. Se le bautizó como Hyloscirtus hillisi, para homenajear a David Hillis, que descubrió a las especies de árbol Hyloscirtus (un género de anfibios anuros de la familia Hylidae que se distribuyen por Centroamérica y Sudamérica) en Ecuador en 1980.
De acuerdo al biólogo Alex Achig, de la Universidad Central de Ecuador, el hallazgo no fue fácil. “Se tuvo que caminar dos días por un terreno empinado. Luego, entre sudor y cansancio, llegamos a una meseta donde había un bosque enano”. Luego, en las aguas negras del río, en ramas de arbustos marrones de color similar a la rana, se les vio camufladas en el fondo”.
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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