La segunda vuelta entre Lula da Silva y Jair Bolsonaro tiene a muchos brasileños hartos, luego de una campaña polarizada y repleta de desinformación.
Marcelo siente que se está enfermando, Alexia dejó de chatear con sus vecinos y Luciene no ve la hora de que se acabe: el duelo electoral entre Lula da Silva y Jair Bolsonaro tiene a muchos brasileños hartos, luego de una campaña polarizada y repleta de desinformación.
El mayor país de América Latina está a cuatro días de decidir el domingo si reelige al presidente ultraderechista Jair Bolsonaro o si su némesis, el exmandatario izquierdista Luiz Inácio Lula Da Silva, favorito en los sondeos, llega por tercera vez al poder.
Y en una apretada disputa por el 4 % de electores que dicen que votarán nulo o blanco y los indecisos (1 %), las apariciones de los candidatos inundan los medios y las redes sociales, y dominan las conversaciones de los brasileños.
"Me estoy enfermando porque hay mucho desencuentro", dice a la AFP Marcelo Brandão Viana, un votante de Bolsonaro, lamentando una campaña "sobrecargada" de fake news y ataques entre los bandos competidores.
"Estoy viviendo eso 24 horas y es horrible", añade este recepcionista bancario, de 51 años, sin poder privarse de revisar sus grupos de WhatsApp durante su hora de descanso, en el exterior de un centro comercial en Brasilia.
Sentado en una silla en la playa de Copacabana de Rio de Janeiro, José Guilherme Araújo tampoco puede escapar del ruido electoral.
"Me siento exhausto, estoy harto", dice a la AFP este abogado barbudo de 65 años, pelo blanco y bañador verde con la bandera de Brasil, que votará nulo.
"Solo se habla de elección en los principales canales de televisión, es horrible. Procuro ver canales cerrados (cable) para huir del asunto", añade.
Evitar problemas
El duelo definitivo entre Bolsonaro y Lula estaba casi asegurado desde el año pasado, cuando el expresidente recuperó sus derechos políticos tras ver sus condenas por corrupción anuladas.
Muchos brasileños tienen la impresión de que la campaña arrancó entonces.
En Sao Paulo, Alexia Ebert silenció su grupo de WhatsApp del condominio, convertido en un hilo continuo de información política y desinformación. "No aguantaba más", afirma la estudiante, de 22 años.
Algunos, como Aline Tescer, se quejan de que las propuestas para los próximos cuatro años brillaron por su ausencia. "Me veo igual que en la pasada elección: son siempre las mismas cosas, las mismas acusaciones y me siento sin opción de voto", dice la mujer de 35 años, en Sao Paulo.
Luciene Soares dice estar "decepcionada" por el "irrespeto" instigado por el presidente ultraderechista.
"Prefiero no decir por quién voto porque uno tiene miedo de las reacciones de las personas. No hablo sobre política porque genera problemas", dice en Brasilia esta comerciante de 48 años, vestida con una blusa verde y amarilla de la bandera brasileña, símbolo nacional que "infelizmente" se apropiaron los bolsonaristas.
"Entre nuestros amigos y nuestra familia decimos: '¡Dios! Ojalá que se acabe ya'".
"Anestesia"
El agotamiento no aparece en los sondeos que se publican semanalmente, pero expertos la notan en la calle y en internet, en un país con 171,5 millones de usuarios de redes sociales en 2022 (80 % de la población, +14 % respecto a 2021), según el estudio Digital de las agencias We Are Social y Hootsuite.
El alto nivel de consolidación del voto y el bombardeo de información "acaban anestesiando al electorado" y "cansándolo", dice Amaro Grassi, sociólogo del departamento de Análisis de Políticas Públicas de la Fundación Getulio Vargas.
"La presencia permanente de contenido de campaña no comenzó en esta elección, pero hoy está muy acentuada", agrega.
"Ahora hablan de política hasta en los sitios de chismes", dice la paulista Iamylle Kauane, de visita en Río.
Esta asistente social, de 21 años, espera el final de las elecciones "para volver a la normalidad".
Según Grassi, "la mayor parte de la población querrá volver a su vida y pasar página", pero "quedará un clima de exasperación política es inevitable".
Aunque hay quien sigue infatigable.
"No me siento cansado", afirma Leandro Albino Oliveira, de 36 años, camisa blanca y tocado con uno de los sombreros que vende en la playa de Rio. "No vamos a descansar hasta que nuestro presidente sea reelecto". (AFP)
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