Un 47.5% de niños y niñas en situación de pobreza o pobreza extrema tienen anemia en el Perú, según la última publicación de la ENDES. Esta es una cifra mucho mayor al promedio nacional donde el 35% de menores padece esta enfermedad.
La anemia infantil sigue golpeando con fuerza en el Perú. Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2024, 3 de cada 10 niños menores de tres años en el país tiene anemia. Pero si miramos solo a los niños que viven en extrema pobreza, la situación es más alarmante: 5 de cada 10 padece esta enfermedad. En cifras, se estima que más de 115 mil niños en situación de vulnerabilidad sufren de anemia, según la Red de Estudios para el Desarrollo, REDES.
Es importante tener en cuenta que esta enfermedad no solo afecta el crecimiento físico, sino que también impacta en el desarrollo intelectual, sobre todo en la primera infancia. Por ello es necesario que no deje de ser un punto prioritario en la agenda pública. Así lo explica a RPP Data el doctor Raúl Urquizo, médico pediatra y exdecano del Colegio Médico del Perú.
"Si un niño tiene anemia va a adquirir más enfermedades, su rendimiento académico va a ser más lento. Por eso, cuando hay esos exámenes que anualmente se toman en el Perú para medir el índice de comprensión o lectura, estamos en los últimos lugares de América Latina", señala.
Urquizo agrega que la solución no parte solo por el consumo de hierro desde los seis meses para mejorar el nivel de hemoglobina en la sangre. "Esto se debe combatir agresivamente y procurar que los niños tengan agua potable, protejan su salud, que tengan sus vacunas completas, y garantizar la lactancia, porque eso permite que el niño sea 8.3 veces más inteligente que el niño que no consume leche materna", aconseja.

Falta de articulación entre gobiernos regionales y nacional
Las regiones donde la anemia aumentó en 2024 fueron Cusco, que pasó del 36% al 45%; Cajamarca, que subió del 32% al 40% e Ica donde el índice de anemia pasó de 24% a 31%, según reportes de la ENDES. La alta rotación de funcionarios, no solo en ministerios sino también en regiones, frenan las estrategias planteadas para mejorar la situación de nutrición, indica Teresa Santillán, especialista en gestión pública de Cajamarca.
"Atender la anemia abarca la interrelación con otras instituciones [desde el gobierno regional]. Pero, ¿qué pasa si en estas instituciones hay un cambio de ministro, un cambio de gerente, un cambio de funcionarios, un cambio del equipo técnico? Gran parte del trabajo, lamentablemente, que se ha estado construyendo se desmorona. Entonces, ese es una de las causales por las que algunas regiones no superan este problema", detalla.
La experta agrega que si bien, el rol de los gobiernos regionales va por capacitar y trabajar con las familias en torno a la prevención de la anemia; el rol principal viene del gobierno nacional. "Si bien es cierto, los gobiernos regionales y locales tienen cierta responsabilidad en la disminución de la anemia en las regiones, este no es solo un trabajo de ellos. De la mano del gobierno regional tiene que estar el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social o el Ministerio de Salud y tiene que haber comités regionales o locales de la lucha contra la anemia y la desnutrición crónica en todas las regiones", añade.
Pese a que es un problema histórico, las acciones de los gobiernos regionales y el gobierno nacional aún no son suficientes. "Se mencionó durante este año que el Minsa iba a hacer un trabajo piloto para combatir la anemia en Cajamarca a través de obras por impuestos, pero necesitamos más que un trabajo piloto... necesitamos un trabajo constante, permanente, en el que se tengan acciones acompañadas de presupuesto para que se pueda implementar la infraestructura y el personal necesario. Eso es lo que necesitamos", enfatiza la experta.
Si bien esta enfermedad afecta, sobre todo a los sectores más vulnerables, no es exclusiva de este grupo de la población, añade el economista César García, investigador de la Red de Estudios para el Desarrollo. "En el quintil superior [sector con más ingresos], la prevalencia de anemia fue de 22.8% en 2024. Aunque esta cifra es sustancialmente más baja que la del [sector más pobre], sigue siendo alarmante que uno de cada cinco niños de hogares con mayores ingresos también enfrente este problema. Esto puede atribuirse a malos hábitos alimenticios, desinformación sobre nutrición y condiciones médicas que afectan la absorción de hierro", detalla.

Se tiene que invertir en Desarrollo Infantil Temprano
Pero la anemia no es el único reto pendiente en nuestra infancia. Hay otros indicadores que miden el desarrollo de los niños, según la ENDES. Uno de ellos es la "comunicación verbal", que evalúa si los niños menores de 3 años logran comprender y expresarse de acuerdo a su edad, y los resultados no son favorables: En el 2019 el 48.4% de niños tenía buena comunicación verbal; sin embargo, esto disminuyó al 42.4% en el 2024.
Otro indicador es la "marcha estable y autónoma", que mide el porcentaje de niños entre 12 a 18 meses que caminan por sí solos sin detenerse. Esto también bajó de 65% en el 2019 al 61% en 2024, de acuerdo con cifras del INEI.
El economista César García, investigador de la Red de Estudios para el Desarrollo, alerta sobre la necesidad de que se priorice la inversión en los niños y niñas. "La inversión en el desarrollo infantil temprano es muy importante porque hay estudios que indican que por cada dólar invertido en la etapa de desarrollo de los niños se pueden obtener importantes retornos económicos", indica.
García agrega que la anemia infantil es un problema de salud pública que refleja las desigualdades estructurales del país, pero también los vacíos en educación nutricional. "Abordarlo con decisión es urgente. Proteger a la infancia de la anemia es garantizar el desarrollo pleno de futuras generaciones y construir un país más justo, saludable y productivo", finaliza.
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