Antes de ser elegido papa, Robert Prevost condujo la Diócesis del Callao, ganándose el cariño de los chalacos por su trato cercano y su espíritu de servicio. Hoy, su legado es motivo de orgullo para la comunidad.
La reciente elección del papa León XIV ha llenado de alegría a muchos peruanos. Sin embargo, en el Callao, la noticia tiene un matiz especial. Durante el 2020, el entonces obispo de Chiclayo asumió la responsabilidad de administrar apostólicamente la Diócesis del Callao, dejando una huella imborrable entre los fieles chalacos.
El monseñor Juan de Dios Rojas Pajuelo, actual vicario general del Callao, compartió -en entrevista con RPP- detalles sobre la etapa en la que tuvo la oportunidad de conocer y trabajar de cerca de quien hoy es conocido mundialmente como León XIV.
Prevost fue designado como administrador apostólico del Callao en plena pandemia de la COVID-19, un periodo que coincidió con la transición entre dos obispos locales. A pesar de las dificultades, su cercanía con las parroquias y su trato afectuoso con los fieles marcaron su breve pero significativo paso por el Callao.
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El paso de León XIV por el Callao
Monseñor Rojas Pajuelo recordó la vez en que conoció a Prevost. “Una noche anterior me llamó diciéndome que quería hablar conmigo. Fue a mi casa parroquial, la Parroquia Corazón de María en La Perla, y ahí conversamos. Muy alegre, entusiasta y muy preocupado por el Callao”, relató. A los días, Prevost lo invitó a ser su vicario general.
Durante su gestión, Prevost dividía su tiempo entre Chiclayo y el Callao, viajando cada quince días los más de 800 kilómetros que separan ambas ciudades. “Él manejaba toda la noche. Llegaba y se ponía a trabajar, atendiendo a la gente. A los pobres, a los que sufrían, los atendía muy bien, con mucho cariño, con un espíritu paternal", destacó.
El ahora papa León XIV se ganó el cariño de los chalacos no solo por su dedicación administrativa, sino por su estilo pastoral cercano. "Era una persona muy cercana; se acercaba rápidamente a las personas para conversar y así conocía sus sentimientos. Por eso, yo creo que se ganó el cariño de los chalacos”, señaló el vicario general.
Aunque su paso por el Callao duró apenas un año, su espíritu misionero y su capacidad de escuchar a la comunidad dejaron una huella profunda. “Yo, que lo ayudé como vicario general, entendí que era un gran pastor al que le gustaba la misión. Salía, iba de un lugar a otro", concluyó. Por ello, muchos chalacos celebran hoy con alegría que alguien tan cercano al Callao se haya convertido en el líder de la Iglesia Católica.
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